El arrui africano, introducido en España en 1970 con fines cinegéticos, podría acabar desplazando a la cabra montés de su nicho natural, según una investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). El ungulado exótico vive actualmente en zonas de montaña de Alicante, Murcia y Almería, además de en la isla canaria de La Palma.
Investigadores del CSIC señalan que el arrui africano (Ammotragus lervia), que tiene una gran capacidad de adaptación, potencial expansivo y una alta tasa reproductiva, coincide con la autóctona cabra montés (Capra pyrenaica) en el uso del mismo nicho ecológico.
Jorge Cassinello, uno de los autores de la investigación, destaca del arrui africano, especie originaria de cordilleras como el Atlas de Marruecos, «cierto afán colonizador y una alta tasa reproductiva». De los 36 ejemplares traídos de los zoológicos de Casablanca y Frankfurt en 1970, se calcula que se ha pasado a cerca de un millar en la actualidad.
Los grupos más numerosos se encuentran hoy en sierras murcianas y almerienses. En Alicante existe otra población, conformada por ejemplares escapados accidentalmente de fincas de caza privadas. También hay un grupo en la isla de La Palma. «Ya conocíamos la capacidad expansiva del arrui. Ahora urge llevar a cabo seguimientos para prevenir posibles efectos negativos sobre la fauna y flora ibéricas», apunta Cassinello.
El estudio del CSIC supone «un toque de atención sobre los posibles efectos negativos para la emblemática cabra montés, que se está recuperando ahora de pasados brotes de sarna que diezmaron su población», señala el investigador.
De acuerdo con los autores del trabajo, las poblaciones de arrui han sido mal gestionadas y su expansión se ha descontrolado, al carecer de competidores o depredadores naturales. «El proceso de desertificación acuciante del sureste peninsular está facilitando, además, la expansión del caprino africano, que vive en zonas que se parecen cada vez más a su área de origen, en el norte de África», explica Cassinello.
La cabra montés es muy selectiva con los espacios que ocupa y los recursos que consume. El arrui, en cambio, ha demostrado gran capacidad de adaptación a cualquier terreno, aunque predomina en ambientes secos y calurosos, semejantes a su área de procedencia.