El calentamiento de las aguas está haciendo estragos en el Mediterráneo. Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han descubierto que las condiciones estivales en el mar se han prolongado en un 40% de 1974 a 2006, a razón de alrededor de un día por año, lo que ha ocasionado episodios de muerte en masa de organismos invertebrados bentónicos (los que habitan en el fondo de los ecosistemas acuáticos).
En periodos estivales extremadamente largos y cálidos como los de 1999 y 2003 se produjeron sendos procesos de mortalidad en masa en más de 500 kilómetros en el mar Ligur (brazo del mar Mediterráneo, al sur de Europa) y en la práctica totalidad del Mediterráneo noroccidental, respectivamente, afirma el estudio.
«El alargamiento de las condiciones veraniegas en el mar causado por el cambio global se debe al incremento en la duración e intensidad de la estratificación o falta de mezcla entre las aguas profundas y superficiales en la columna de agua», explica el CSIC.
«Durante el periodo estival, la capa superficial del mar se calienta progresivamente por lo que aumenta el contraste térmico con las capas de agua inferiores. Esta situación de estratificación se prolonga desde mayo hasta octubre aproximadamente, cuando con el descenso de las temperaturas y la intervención del viento, el agua se enfría y mezcla de forma vertical de nuevo, por lo que se rompe la estratificación», añade.
Especies emblemáticas
A través de experimentos de laboratorio y observaciones de campo, los investigadores del CSIC han demostrado que el calentamiento global es el desencadenante de la mortalidad en masa de especies como las gorgonias (octocorales) emblemáticas del Mediterráneo. También se han visto afectados invertebrados suspensívoros, como corales, zoantarios, esponjas, briozoos o bivalvos, componentes fundamentales de lacomunidad coralígena, una de las más diversas y abundantes del Mediterráneo, con más de 1.600 especies.
«La causa de la mortalidad de estos organismos es el estrés fisiológico debido a las limitaciones energéticas. En condiciones normales, el verano es una época energéticamente desfavorable para los invertebrados suspensívoros. Las altas temperaturas implican un mayor esfuerzo respiratorio y no hay tanto alimento disponible, ya que los nutrientes no suben de las aguas profundas más frías a las aguas superiores más cálidas», comenta Rafael Coma, uno de los autores del trabajo. Este tipo de organismos es capaz de soportar una duración normal de las condiciones adversas que representa el periodo estival. Pero difícilmente pueden superar una prolongación anómala, especialmente si ésta se produce en combinación con temperaturas anormalmente elevadas.
Marta Ribes, también autora del trabajo, advierte de que el aumento de episodios de mortalidad producirá cambios profundos en la composición de las comunidades litorales que viven en las capas superiores del mar. Ribes considera necesario disponer de observatorios y series de datos ambientales «para poder cuantificar, entender y, quizás, afrontar a tiempo los efectos del cambio global sobre los ecosistemas».