El alimento disponible para las ballenas en la región Antártica se está reduciendo debido al calentamiento global, lo que pone en peligro la subsistencia ya de por sí amenazada de estos cetáceos. «La cantidad de alimento va a ser menor y estará más lejos», indica el informe «ROMPEHIELOS: 2ºC que podrían cambiar el hábitat de las ballenas», elaborado por WWF/Adena.
Este trabajo indica que la disminución de la cubierta de hielo está afectando a la reproducción del krill, principal fuente alimenticia de las ballenas, de dos maneras: en primer lugar, el hielo marino sirve de refugio para las larvas de krill durante el invierno, y, en segundo, proporciona el refugio para la explosión de algas durante el verano para alimentar a este crustáceo.
«El krill es fundamental para el ecosistema del océano austral; los impactos asociados a la reducción del krill no sólo tendrán consecuencia en las ballenas, sino en las focas, aves marinas y pingüinos, como también en la productividad de las pesquerías», advierte la organización ecologista.
Cambios dramáticos
El informe muestra que un aumento de la temperatura media global de sólo dos grados centígrados con respecto a los niveles preindustriales, producirá una reducción de la banquisa en el Océano Antártico en una proporción que puede oscilar entre el 10%-15% hasta más del 30% en algunas regiones claves. Se prevé que este incremento ocurrirá en menos de 40 años, alrededor del 2042.
«Las ballenas antárticas, como los rorcuales aliblancos, sufrirán cambios dramáticos en su hábitat en un breve periodo de tiempo», alerta Susan Lieberman, directora del Programa Internacional de Especies de WWF/Adena y jefa de la delegación de esta ONG en la reunión de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) que comienza este lunes en Chile.
Entre las especies migradoras afectadas se encuentran la ballena azul y la ballena jorobada. Estas dos especies necesitan viajar entre 200 y 500 kilómetros hacia el extremo sur para encontrar las zonas frontales (límites entre diferentes masas de agua) donde se encuentra el krill.
«Al ir desplazándose hacia el sur las zonas frontales, las ballenas deberán moverse en un área de alimentación más reducida», destaca el informe. El krill depende del hielo marino; debido a la disminución del hielo flotante, se espera una reducción en la abundancia de los recursos de los cuales se alimentan las ballenas en las áreas de forraje menguantes.
Lieberman señala que la CBI «tiene la oportunidad en esta reunión de estudiar todas las posibilidades para aumentar la resistencia de las poblaciones de ballenas frente al cambio climático».