Los científicos sospechan que el declive experimentado en la Antártida por las poblaciones de ciertas aves marinas, fundamentalmente pingüinos emperador y de Adelia y los petreles de nieve, está relacionado con alteraciones de la cubierta de hielo, inducidas por el cambio climático global. Hoy existe el convencimiento de que los ecosistemas antárticos son los más sensibles a las perturbaciones ambientales globales, lo que representa, en el actual escenario de cambio climático, una amenaza para la supervivencia de la fauna salvaje del continente blanco. En los últimos tiempos, la disminución de las poblaciones de pingüinos y petreles han activado la alarma entre los expertos.
En un estudio publicado hoy en la revista «Science», un equipo de investigadores del instituto British Antartic Survey (BAS) ha revisado el estado de la cuestión y asegura que, efectivamente, el grosor de hielo en los inviernos antárticos tiene una profunda influencia en este fenómeno. Sin embargo, este equipo apunta diversas incógnitas. Por ejemplo, los investigadores no saben aún por qué los periodos en los que se produce una disminución de la cubierta helada afecta misteriosamente a los pingüinos de Adelia jóvenes y a los pingüinos emperador adultos. Los científicos británicos apuntan la posible existencia de otros cofactores, como la desaparición de esas latitudes de ballenas y focas. En cualquier caso, alertan de que los cambios que podría sufrir la fauna antártica serían más veloces de lo imaginado.
Los pingüinos de Adelia pueden encontrarse en toda la Antártida. Durante los inviernos, las colonias de estas aves dependen en gran medida de las zonas de hielo, donde pueden alimentarse de krill -un crustáceo antártico- y pequeños peces. Las poblaciones de esta especie han sufrido a lo largo del pasado fluctuaciones apreciables. El descenso de pingüinos emperador parece más claramente asociado a cambios medioambientales.