Los «aerolitos» de hielo caídos sobre España hace algo más de dos años, para sorpresa de ciudadanos y científicos, podrían deberse a los efectos del cambio climático. Así lo aseguraron entonces los científicos españoles que acometieron su estudio, y su tesis es ahora validada por colegas estadounidenses que se han aproximado al fenómeno, publicando sus resultados en la revista científica «Sciencie».
En enero del año 2000 un gran bloque de hielo cayó del cielo en Tocina (Sevilla), rompiendo el parabrisas de un coche. Fue el primero de una serie de «pedruscos helados» que a lo largo de la misma semana cayeron sobre diferentes zonas del país despertando el interés de la comunidad científica y abriendo incógnitas.
El fenómeno terminó de repente, tal y como había comenzado. Un equipo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), coordinado por Jesús Martínez-Frías, se encargó de recoger y analizar las masas de hielo para explicar el origen de este inusual fenómeno.
Megacriometeoros
Dos años después persiste el interés entre los científicos por establecer la procedencia de estos «megacriometeoros», denominación que será propuesta en un próximo congreso internacional que se celebrará a finales de mes en la Universidad inglesa de Brunel. Para Martínez Frías, los «megacriometeoros» podrían ser el resultado de un comportamiento atmosférico atípico, según publica «Science».
David Travis, un climatólogo de la Universidad de Whitewater (Wisconsin) sostiene que la similitud en los detalles aportados por los investigadores que a lo largo de la pasada década recogieron y estudiaron en distintas partes del mundo 50 bolas de hielo como las caídas en España, hace suponer que no se trata de un engaño.
Los análisis demostraron que el hielo de esas «grandes bolas» procedía de agua de lluvia. Tras analizar la composición de las bolas de hielo y descubrir que estaban estratificadas en capas y llenas de burbujas de aire, y que contenían gases como amonio y partículas de sílice, el equipo de Martínez-Frías llegaba a la conclusión de que estos bloques de hielo «tienen su origen en procesos similares a los de la formación del granizo». La formación de los primeros núcleos de hielo podría deberse a la persistencia de las estelas de aeronaves que, en condiciones atmosféricas inusuales, podrían contribuir a generar núcleos de hielo en las capas altas de la atmósfera.