El carguero que se hundió en la noche del sábado en un espigón del Superpuerto de Bilbao se encuentra a 30 metros de profundidad partido, al menos, en dos, según informó Salvamento Marítimo, que desconoce la posición en la que ha quedado el barco. Las incógnitas sobre el estado del «Diana I» no se desvelarán hasta que mejoren las condiciones meteorológicas y pueda ser inspeccionado por un equipo de buceadores.
Lourdes Oña, jefe de la torre de Salvamento Marítimo del puerto bilbaíno y coordinadora del rescate, explicó ayer que las cartas marinas de la zona señalan una profundidad de entre 29 y 30 metros. El barco, sin embargo, fue arrastrado por el temporal hasta el dique de Punta Lucero y ha podido quedar trabado entre los gigantescos cubos de piedra que componen la plataforma. «Sabemos que se hundió partido en dos, pero el mar ha podido destrozar aún más el carguero», indicó.
Para conocer de una forma nítida la situación en la que se encuentra el «Diana I», a última hora del sábado llegó a Bilbao un equipo de submarinistas. Su trabajo consistirá en revisar toda la estructura del buque y descubrir la posición en la que han dejado las corrientes cada una de las piezas. El violento temporal impidió ayer que pudieran efectuar la primera inspección. La operación entraña un importante riesgo no sólo por el temporal, sino por el lugar del naufragio. Las moles que forman el espigón pesan entre 8 y 100 toneladas y fueron situadas mediante cálculos realizados vía satélite. «Es una zona con muchas turbulencias y fuertes corrientes. Además, las piezas del barco todavía pueden desplazarse», matizó Oña.
Los submarinistas, además, no gozarán de la movilidad que confiere el buceo con botella. Los expertos que trabajan para Salvamento Marítimo tendrán que sumergirse hasta los 30 metros con escafandra. Comunicados a un remolcador mediante un cable que les proporciona el aire, su objetivo será recomponer el puzzle en el que ha podido convertirse el carguero. «Ahora lo fundamental es que veamos el estado del buque, pero con las máximas garantías de seguridad», apostilló la responsable de la torre bilbaína. Impacto ambiental
En sus inmersiones, los buzos también podrán desentrañar otra de las interrogantes que ha dejado el hundimiento. De momento, Salvamento Marítimo desconoce si los tanques de combustible se han visto afectados por los golpes contra las rocas. Aunque se encontraba vacío de carga, el mercante llevaba en sus bodegas 45 toneladas de gasóleo y 3.000 de aceite. «Sospechamos que algo se ha podido derramar porque durante el rescate había combustible en la cubierta», reveló.
En el rastreo de ayer, sin embargo, no aparecieron restos de gasóleo junto al barco. En cualquier caso, la responsable de Salvamento insistió en que el impacto medioambiental será «muy bajo». De acuerdo a sus explicaciones, el combustible utilizado por el carguero es «muy refinado y se evaporará de forma natural por la acción del mar y el viento». Aunque el aceite es una sustancia «más densa», su eliminación también será rápida por la «escasa cantidad» que transportaba el buque.
El futuro del barco todavía permanece difuso. Pese a que de entrada no se descarta su reflotamiento, la decisión final correrá a cargo del armador y la Capitanía Marítima de Vizcaya.