Los terremotos y las erupciones volcánicas se multiplican en el Cinturón de Fuego del Pacífico. En lo que va de año se han registrado seis grandes seísmos, de magnitud superior a 7 en la escala de Richter, en esta región. A esta actividad sísmica hay que añadir la espectacular erupción del volcán Merapi, en el corazón de la isla de Java, que obligó a las autoridades de Indonesia a evacuar preventivamente a decenas de miles de personas. Los científicos, en cualquier caso, minimizan la posibilidad de un efecto dominó en una zona tan extensa.
El Cinturón de Fuego del Pacífico concentra algunas de las zonas de subducción más importantes del mundo: placas de la corteza terrestre se hunden a gran velocidad geológica (varios centímetros por año) en otras placas, un fenómeno que acumula enormes tensiones que deben liberarse en forma de sismos.
«El perímetro del Océano Pacífico está formado por zonas de subducción constantemente activas, aunque no siempre se habla mucho de ello porque algunos de los sismos se producen en lugares poco poblados», como la península de Kamtchatka, en el Extremo Oriente de Rusia, indica Mustapha Meghraui, del Instituto de Física del Globo de Estrasburgo (Francia).
Para Paul Tapponnier, experto del Instituto de Física Global de París, «casi todos los sistemas de grandes fallas que conocemos se comportan de la misma forma, un poco como si fuesen una camisa abotonada». «Cuando la tensión llega a un cierto punto, un botón salta, y después todo va muy rápido y empiezan a saltar a turno los otros botones», explica. Así, Tapponnier deja claro cómo «una falla puede no sufrir ningún tipo de variación durante siglos y después, en tan sólo años o decenas de años, empieza todo».