Investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han participado en el estudio ecológico y biogeográfico del rododendro («Rhododendron ponticum»), un arbusto de flores grandes de color rosa púrpura, con el objetivo de conservar las poblaciones del sur de España que se encuentran en peligro de extinción, así como de mitigar la plaga en que se ha convertido esta misma planta en Irlanda,Inglaterra, Bélgica y Francia.
El CSIC afirma que el estudio de las poblaciones relictas de rododendro, también conocido como ojaranzo, contribuirá a diseñar estrategias para atenuar los efectos de la sequía en la regeneración de las plantas andaluzas y aumentar su diversidad genética, y, al mismo tiempo, controlar la invasión de las poblaciones del norte de Europa.
El trabajo está dirigido por José Antonio Mejías, de la Universidad de Sevilla. Teodoro Marañón, uno de los autores del trabajo, explica que «en Europa se están empleando recursos públicos tanto para proteger las poblaciones nativas de rododendro, que permanecen relictas en el sur, como para eliminar y frenar la expansión de la especie, que es invasora en el norte».
Hojas tóxicas
Por su valor ornamental, esta planta, incluida en la Lista Roja de la Flora Vascular de Andalucía como «vulnerable», ha sido introducida en los últimos 50 años por aficionados a la jardinería en Inglaterra, Irlanda, Bélgica y Francia. Las semillas, al dispersarse de los jardines a los bosques cercanos, han provocado una auténtica plaga, dada la alta toxicidad de sus hojas, con la que se protegen de los herbívoros. Mientras, en la naturaleza mediterránea es difícil encontrar algún ejemplar que tenga entre dos y tres años.
Estas sustancias nocivas provocan que las hojas tarden más en descomponerse, con lo que los nutrientes tardan en pasar al suelo. Al tener una hoja perenne, el arbusto estudiado forma poblaciones muy densas, que sombrean y prácticamente eliminan las plantas nativas de los bosques templados.
El clima del norte favorece la expansión del rododendro mientras la disminución de lluvias en el sur aumenta los riesgos de extinción de las poblaciones que aún perduran
«Este ejemplo demuestra la importancia de evitar el trasiego incontrolado de especies, que en unas condiciones de medio ambiente alterado y, libres de sus enemigos, se pueden convertir en nocivas», subraya el investigador del CSIC. En los bosques de Inglaterra se están aplicando varios programas para erradicar esta plaga, tanto por medios mecánicos como químicos.
De acuerdo con Marañón, «la sombra densa y los productos tóxicos del rododendro también impiden la germinación y emergencia de las nuevas plántulas de árboles, de modo que no hay regeneración del bosque y, poco a poco, es sustituido por un matorral denso de esta especie, con muy poca diversidad».
El cambio que está sufriendo el clima no mejorará la situación. Las previsiones para el norte anuncian inviernos más suaves, que favorecerán la expansión del rododendro. En contraste, la disminución de lluvias previstas en el sur aumentará los riesgos de extinción de las poblaciones que aún quedan.
Las plantas de ojaranzo necesitan durante el verano unas condiciones húmedas, que sólo encuentran en zonas con musgo cercanas a arroyos o manantiales. El hábitat natural de esta especie, muy longeva, es los arroyos de las sierras de Cádiz y Málaga.