Cubren el 71% de la superficie del planeta y sus aguas suponen el 95% de todo el espacio disponible para la vida. De hecho, sin ellos sería imposible entender la vida en la Tierra. Y es que la mitad del oxígeno que respiramos proviene de los océanos. Pero sobre estos ecosistemas penden un sinfín de amenazas: sobrepesca, pesca destructiva, pesca pirata, cambio climático y contaminación. «Estamos degradando la vida en los océanos hasta el punto de que especies y ecosistemas están al borde del colapso», advierte Greenpeace con motivo del Día Mundial de los Océanos.
La biodiversidad marina de España está entre las más ricas de Europa, pero es la más desprotegida. Nuestro país posee más de 100.000 kilómetros cuadrados de margen continental marino -superficie equivalente a Castilla-La Mancha y Galicia juntas- que se ven amenazados por la construcción desbocada. Así, el 34% del primer kilómetro de costa está urbanizado, alcanzando el 39% en Cataluña, y más del 50% en Málaga y Barcelona. Además, en el Mediterráneo hay recalificado el triple de terreno de lo que ya hay construido.
Estos son los datos que maneja Greenpeace, cuyo buque insignia, el «Rainbow Warrior», «vendrá a España a denunciar las amenazas oceánicas y a pedir la creación de reservas marinas», señala Juan López de Uralde, director de Greenpeace España.
Esta organización solicita la protección del 40% de los océanos mediante la creación de reservas marinas. «Necesitamos un cambio radical en la forma en que se gestionan los océanos. La protección de los ecosistemas marinos es vital para los millones de personas que dependen de ellos», indica Mario Rodríguez, director de Campañas de Greenpeace. «De momento, sólo el 1% de nuestras aguas mediterráneas está protegido, cuando lo necesario sería entre el 10% y el 20% del margen continental», precisa Alfonso Ramos, catedrático de biología marina de la Universidad de Alicante.
Presión pesquera
La pérdida de biodiversidad en nuestros océanos está afectando gravemente a su capacidad de producir alimento, sin posibilidad de recuperarse del impacto de la pesca insostenible. Enric Sala, del Centro de Estudios Avanzados de Blanes, perteneciente al CSIC, advierte de que «si la presión pesquera sigue como hasta ahora, hacia el año 2050 todas las especies que pescamos habrán llegado a una situación de colapso. Es decir, quedará menos del 10% de la abundancia de hace 50 años. Y, aunque seguirá habiendo peces, serán tan escasos que resultará poco rentable salir a pescarlos».
El atún rojo es una de las especies marinas que más amenazada tiene su existencia. «Desde hace milenios el atún rojo se ha capturado en el Estrecho de Gibraltar y toda la cuenca Mediterránea, pero en los últimos 50 años el hombre ha sido capaz de cambiar la historia sometiendo a los ‘stocks’ a una presión más allá de los límites biológicos sostenibles», comenta José Luis Cort, director del Instituto Español de Oceanografía (IEO).
El desarrollo urbanístico ha provocado además la pérdida o alteración del 75% de los sistemas dunares y el 70% de los humedales costeros en el Mediterráneo. «Se edifican urbanizaciones y puertos sobre comunidades biológicas que no están siquiera cartografiadas y cuyo funcionamiento se desconoce. Se vierten aguas residuales sin depurar y desechos directamente al mar, cuyos efectos nocivos sobre los ecosistemas litorales estamos lejos de comprenderse. Además, se gestiona el litoral sin tener en cuenta los efectos previsibles del cambio climático», explica José Luis Acuña, biólogo de la Universidad de Oviedo.
Uno de esos hábitats costeros en peligro son las praderas de Posidonia, que ayudan a combatir el cambio climático. Carlos Duarte, del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados, calcula que los 50.000 kilómetros cuadrados de praderas de Posidonia del Mediterráneo logran «secuestrar» medio millón de toneladas de dióxido de carbono (CO2) al año.
Los expertos recuerdan que el océano está actuando como un amortiguador del calentamiento global. Desde 1955 ha absorbido 20 veces más calor que la atmósfera en ese mismo periodo. Aún así, entre la superficie y los 700 metros de profundidad, el mar se ha calentado una media de unos 0,10 grados centígrados desde 1961.