Aguas de alta calidad de la cabecera del Tajo se mezclarán en la cuenca del Segura con otras de inferiores características procedentes de la desembocadura del Ebro. Cuando se culmine el nuevo trasvase, los usuarios se abastecerán de recursos del Segura, Júcar, Tajo y Ebro _cada uno con diferentes calidades_ que terminarán por mezclarse en los azudes y conducciones.
El Ministerio de Medio Ambiente se ha percatado de este peligro y su titular, Jaume Matas, declaró ayer en Valencia que era mejor evitar el contacto de forma abierta», pero que existe la posibilidad de que se mezclen de «formas indirectas».
La cautela viene del Ebro. Según el análisis de control de calidad encargado por aquella confederación el pasado mes de diciembre en la estación de Tortosa _junto la toma del nuevo trasvase al Segura_, sus aguas tienen una calificación por debajo de A3 (el parámetro de inferior calidad). Esto quiere decir que para transformar estos caudales en agua potable es preciso un tratamiento de choque basado en procesos físico químico intensivos. Por ejemplo, con cloraciones hasta el break point, coagulación, flucolación, decantación, filtración, afino (carbono activo) y desinfección (ozono y cloración final), según reza en el informe oficial de la Confederación del Ebro.
El muestreo de los analistas realizado en diciembre en Tortosa señala que las aguas «superan el límite A3 de mercurio». Dicha concentración «corresponde al máximo histórico para este parámetro», aunque «coincide en el tiempo con un episodio de contaminación detectado en este tramo del Ebro». Matiza el informe que en la mayoría de ocasiones no se alcanza ese límite.
En el azud de Xerta situado unos kilómetros más arriba, y donde se prevé la toma principal del trasvase, la calidad del agua mejora respeto a Tortosa, aunque tiene un grado intermedio de bondad, el A2. Las medidas más altas de sustancias y materias en suspensión se dieron en los meses de julio y septiembre.
Alta calidad del Tajo El ministerio ya ha tomado cautelas para evitar una mezcla nociva de las aguas. Lo demuestra el hecho de que los caudales trasvasados del Ebro no se mezclarán con las reservas de la presa de Tous, en el río Júcar, cuando en el trazado inicial sí lo hacían.
El secretario de Estado de Aguas, Pascual Fernández, defendió la bondad de las aguas del Ebro indicando que Tarragona consume estos caudales desde hace años sin ningún problema. Los inconvenientes pueden surgir en la cuenca del Segura, que ahora se abastece de los caudales propios, de los que llegan de la cabecera del Tajo _de muy alta calidad_ y la mezcla con las del Júcar que se produce en el pantano de Alarcón, por donde pasa el acueducto del Tajo.
Los regantes estiman que con la mezcla final del Ebro la calidad de las aguas podría verse afectada, y que es un elemento que «debe considerarse». Creen, no obstante, que el ministerio «arbitrará la medidas oportunas».