El chimpancé es el pariente más próximo del hombre en el mundo natural, pero no somos tan parecidos a ellos como se creía. Un estudio internacional, dirigido por Evan E. Eichler, de la Universidad de Washington, demuestra ahora que la brecha genética entre ambas especies no se limita a ese 1,2% que hasta ahora aceptaba la comunidad científica.
Al analizar por primera vez secciones antes relegadas del ADN humano y de especies de primates como chimpancés, orangutanes y macacos, se ha descubierto que sus genomas difieren diez veces más de lo sospechado. «Seguimos siendo primos de los chimpancés, pero simplemente hay más diferencias de las que creíamos», señala Arcadi Navarro, del Instituto de Biología Evolutiva (Pompeu Fabra y CSIC) de Barcelona y uno de los autores de la investigación.
El trabajo, que aparece publicado en la revista «Nature», se centra en las duplicaciones segmentales, grandes secciones de ADN repetidas muchas veces a lo largo de toda la cadena genómica. Aunque se sabía que estaban ahí y se intuía su importancia, sólo cuando la tecnología lo ha hecho posible se han podido aislar, estudiar y, como resultado, definir mejor las diferencias entre especies y en qué momento evolutivo aparecieron.
Distancia «cualitativa»
El equipo de investigadores ha encontrado que humanos y chimpancés no sólo difieren en ese 1,2% del ADN ya conocido, sino que existe también una distancia «cualitativa» importante. «Ese 1% son pequeñas diferencias que hay entre genes que compartimos los humanos y los chimpancés, que tenemos los dos. Ahora lo que hemos visto además es que hay material genético privativo de la especie humana, otro específico de los chimpancés, otro de los macacos y otro de los orangutanes que no comparten los demás. Cada especie tiene un complemento de material genético que es único», explica Navarro.
Además de identificar las citadas diferencias, el estudio también ha logrado datar la época en que hubo más duplicaciones segmentales. Los autores la encuadran en un intervalo de entre 12 y ocho millones de años, justo antes de la separación de los linajes de los humanos y chimpancés, ocurrida hace unos seis millones de años.
Este hecho implica que todos los genes estudiados han ido adquiriendo características nuevas a lo largo de los seis millones de años que llevan separados evolutivamente hombres y chimpancés. Probablemente es gracias a esta separación que los seres humanos consiguieron adaptarse al entorno actual.