Parece que al final no se va a producir «la colisión del siglo», como habían calificado científicos norteamericanos y neocelandeses el encuentro entre el iceberg B15-A, de 120 kilómetros de largo, y la lengua del glaciar Drygalski, según los datos obtenidos por el satélite de la Agencia Espacial Europea (ESA) Envisat.
Envisat, que lleva más de dos años siguiendo la evolución de esta masa de hielo, ha detectado con su radar ASAR que en los últimos días el iceberg ha cambiado de dirección y podría haber encallado justo antes de colisionar. Sustenta esta hipótesis que el lecho del Drygalski está muy bajo y rodeado de depósitos de material glacial que podrían haberlo preservado en el pasado de otras colisiones, a pesar de su aparente fragilidad.
El radar ASAR, que puede traspasar las nubes más densas, es un instrumento muy sensible a los diferentes tipos de hielo. Por ello, ha sido capaz de delinear claramente la superficie de las lenguas de hielo que rodean el mar, mientras que los sensores ópticos sólo son capaces de mostrar una continua capa nevada.
El B15-A, con forma de una botella alargada, es el segmento más grande que queda del iceberg B-15, surgido cerca de la Muralla de Hielo de Ross en marzo de 2000. Equivalente en tamaño a Jamaica, B-15 tuvo un área inicial de 11.655 kilómetros cuadrados, pero se rompió en «pequeños» pedazos.
Desde entonces, B15-A se ha ido moviendo por el fiordo de McMurdo, donde ha bloqueado las corrientes oceánicas y provocado una acumulación de hielo. Además, dificulta el abastecimiento de las estaciones científicas norteamericanas y neocelandesas, y ha conducido al hambre a los numerosos pingüinos locales, incapaces de acceder al mar.