Mal uso de los recursos naturales: ejemplos y consecuencias

España ya ha agotado el presupuesto ecológico anual y ha gastado más recursos naturales de los que la Tierra es capaz de volver a generar en un año. En realidad, nuestro país necesitaría los recursos naturales de casi tres planetas para satisfacer su demanda, según un análisis realizado por el Ministerio de Agricultura. Pero, ¿qué son los recursos naturales y qué es su sobreexplotación? ¿Y qué sucede si un país no cuida sus recursos naturales?

Los recursos naturales son los que ofrece el planeta sin intervención humana, y son imprescindibles para la vida. Los hay renovables y no renovables: 

• Renovables: el sol, el viento, el agua…
• No renovables: minerales y metales, petróleo, gas natural… Se forman de manera muy lenta y, al ser utilizados, no se pueden regenerar.

La sobreexplotación es hacer un aprovechamiento o uso indebido y excesivo de todos estos recursos naturales.

Seis ejemplos de mal uso de estos recursos son los siguientes:

Se produce cuando la extracción de agua del subsuelo se realiza a un ritmo superior al de la infiltración o recarga natural.

Extensas zonas forestales del planeta, como el Amazonas, se talan para la construcción de muebles o la elaboración de papel.

Además de agotar el mineral o metal extraído, el trabajo minero provoca contaminación atmosférica. En la tierra implica deforestación, erosión y pérdida de suelo fértil. Asimismo, se modifica el relieve y la flora y fauna de la zona.

Se extrae del mar un elevado número de peces, sin que tengan la capacidad de reproducirse. Pasa en casi todos los rincones del planeta pero, por ejemplo, más de la mitad de las casi 80 especies de tiburones y rayas que viven en el mar Mediterráneo están amenazadas por la sobrepesca.

Las necesidades de la industria, los hogares y los medios de transporte hacen imprescindible una extracción de combustibles intensiva. Además, su extracción produce residuos que plantean graves problemas de contaminación.

Modifica ecosistemas y, en última instancia, provoca la erosión del suelo y la desertificación de las zonas sobreexplotadas.

El uso de los recursos naturales es un proceso normal, ya que debemos utilizarlos para poder vivir. Siempre se ha hecho, a lo largo de la Historia de la Humanidad. Sin embargo, en numerosas ocasiones hacemos un mal aprovechamiento de los mismos.

La explotación excesiva de recursos se debe en gran medida a:

Cada vez somos más personas en el planeta (más de 7.500 millones), un incremento que supone el aumento de consumo de unos recursos cada vez más escasos. Además, más ciudadanos implica más capacidad contaminante.

La industria y la tecnología hacen más fácil nuestra vida, pero también implican —para su fabricación y por el uso que les damos— un consumo excesivo de recursos naturales. Además, los procesos de fabricación contaminan el medio y utilizan un exceso de agua, gas natural y petróleo.

Asimismo, el uso de los bienes y, sobre todo, los residuos generados tras su empleo contaminan de forma notable.

Heredar ropa, reutilizar los envases… Hace no tantos años teníamos hábitos más amigables con el planeta. Desde hace tiempo, sin embargo, vivimos sumidos en el consumismo excesivo. Este, además de generar millones de residuos y contaminación, amenaza con agotar los recursos.

El uso desmedido de los recursos naturales puede provocar, entre otras circunstancias:

Los gases de efecto invernadero atrapan el calor y calientan el planeta. Pero si los niveles naturales de estos gases aumentan, se produce un sobrecalentamiento. Estos niveles suben con diversas actividades humanas: agricultura intensiva, cambio de uso de suelo, fábricas, quema de combustibles…

La agricultura intensiva, la industria, etc. provocan cambios de uso del suelo y causan una importante pérdida de biodiversidad: se extinguen especies de una zona determinada y toda la cadena trófica (cada organismo se alimenta del que se encuentra por debajo de él, y sirve de alimento del que se halla sobre él) se ve afectada y con fuertes desequilibrios.

La sobreexplotación arroja una mayor cantidad de desechos tóxicos, radiactivos o que modifican el medio. No permiten que el ecosistema tenga la capacidad de recuperarse de los sucesivos impactos.

La extracción ilimitada de recursos provoca su disminución a un ritmo demasiado rápido e incluso su agotamiento, en algunos casos.

Más del 40 % de los conflictos y guerras de los últimos 60 años están vinculados a los recursos naturales, según muestran estudios de la ONU.

La degradación del medio ambiente agrava la pobreza y la marginación en el planeta. Perjudica, sobre todo, a las familias más pobres que dependen para subsistir, precisamente, de los recursos naturales de su entorno.

Además de reducir el consumo de madera, hay que apostar por la recuperación de los ecosistemas destruidos o que se encuentran en mal estado. 

En casa, en las empresas… es fundamental que, en la medida de lo posible, se apueste siempre por el uso y el desarrollo de fuentes de energía renovables.

Hay que implementar una economía circular, concebida para aprovechar, recuperar, reutilizar y reciclar todo lo posible los recursos. Es decir, que los residuos de unos se deben convertir en recursos para otros.

Los cultivos sostenibles son cada vez más valorados por los consumidores. Gracias a una agricultura responsable se pueden producir alimentos saludables con prácticas respetuosas para el medio.

Llevar un estilo de vida saludable y evitar el consumismo. En la actualidad, además de la labor que puedas desarrollar en tu hogar o comprar comida fea (alimentos buenos pero aspecto poco atractivo), existen diversas iniciativas para evitar tirar comida de restaurantes al terminar cada jornada.

Se puede generar presión para que se creen leyes más sostenibles, tanto a nivel local como provincial o estatal.

Y, por último, es importante descubrir tu responsabilidad y actuar en consecuencia: ¡Calcula tu huella!