Con un nivel de las aguas que desciende un metro por año, el Mar Muerto, el lugar más bajo del planeta, se encuentra en una grave crisis ecológica. Situada a más de 400 metros por debajo del nivel del mar, esta masa de agua es uno de los lugares más inhóspitos del planeta, con temperaturas que en el verano superan los 40 grados a la sombra.
Estas temperaturas han sido desde tiempos prehistóricos su principal desventaja, ya que generan una evaporación equivalente a 1.050 millones de metros cúbicos de agua anuales, según mediciones realizadas en los últimos años. A pesar de ello, los expertos aseguran que nunca desaparecerá.
Al comenzar el siglo XX la evaporación era idéntica al volumen de agua que ingresaba del río Jordán y de manantiales en la zona, mientras que cien años después el déficit es de entre 450 y 650 millones de metros cúbicos. Ello ha supuesto un brusco descenso del nivel del agua en los últimos sesenta años -28 metros de altura-, dejando amplias zonas desecadas.
Además, la alta salinidad del agua queda depositada en la tierra dejando vastas llanuras desoladas. La superficie del lago se ha reducido así de 1.000 kilómetros cuadrados a principios del siglo XX a 650 en la actualidad. Por otro lado, la recesión de nivel del agua salada ha roto el equilibrio hidrológico y, debido a la gravitación, los manantiales de agua dulce que alimentan el mar se han desviado a capas más profundas. Este es el origen de unos gigantescos pozos que en los últimos años han perforado la superficie, causados por la disolución de fuertes estructuras de sal a unos 30 o 40 metros de profundidad. «Disuelta la sal, la tierra que queda encima se desploma sobre la caverna, arrastrando lo que haya en la superficie», subrayó el geólogo israelí Amir Eidelman.
Si no se emprenden medidas enérgicas para resolver el déficit de agua en la zona, el nivel del lago habrá bajado dentro 150 años en otros 150 metros y su superficie se habrá reducido a 450 kilómetros cuadrados, según los expertos. «Ya hemos visto que el tercio sur, mucho menos profundo que el resto del mar, ha desaparecido completamente», explicó por su parte el hidrólogo Amos Bein. No obstante, según destacó, el Mar Muerto nunca desaparecerá, gracias precisamente a su ultra-salinidad, que es diez veces mayor que en el Mediterráneo.
«Por pura física, si la salinidad crece, la evaporación se reduce y, en unos 150 años, se creará un nuevo equilibrio en la que las cantidades de agua que ingresan y la que se evapora sean iguales», detalló. Bein abogó aun así por la aplicación de un plan de emergencia en fase de estudio conocido como «Canal de la Paz», un conducto de 180 kilómetros de longitud y dos de alto que trasladaría grandes cantidades de agua del Mar Rojo al Mar Muerto.