Tras recogerse 180 litros de agua por metro cuadrado en los últimos dieciséis meses, menos de un tercio de la media anual, fijada en 645,8 litros, el Parque Nacional de Doñana se enfrenta a uno de los otoños más críticos de su historia. Con un total de 108.000 hectáreas si se suman los parques Nacional y Natural de Doñana, este espacio protegido sufre uno de los períodos de sequía más duros de los últimos años y sólo ha acumulado siete litros por metro cuadrado de lluvia en los últimos seis meses, según datos facilitados por el Parque Nacional.
La actual sequía, una de las más severas de las últimas décadas, se registra precisamente en un momento en el que llegan a esta zona centenares de miles de aves procedentes del norte de Europa para invernar. Tanto el Parque Nacional -gestionado por el Ministerio de Medio Ambiente, que lo transferirá a la Junta de Andalucía el 1 de enero de 2006- como el Natural cuentan con una red de pozos que se utilizan en épocas de sequía para inundar los lucios con agua de los acuíferos del subsuelo de Doñana. Estos pozos entrarán en funcionamiento próximamente, ante la inminente llegada de miles de ánsares que necesitan láminas de agua como refugio para invernar.
Asimismo, está prevista la siembra de cereal de invierno y el aporte de grano defectuoso en distintos lugares de la marisma para aportar alimentación a la avifauna. Aunque la población de ánsares ha aumentado en la Península Ibérica en los últimos años y no sufre problemas de conservación, la sequía impide la formación de áreas encharcadas en las que estas aves se refugian, así como que crezcan las plantas con las que se alimentan.
Este espacio protegido vivirá un momento importante durante los próximos meses, ya que noviembre, diciembre y enero son los que registran mayores precipitaciones, según la serie histórica, con medias de 93,3, 162,9 y 104,3 litros por metro cuadrado, respectivamente.
La sequía que padece Doñana quedó de manifiesto el pasado agosto, cuando concluyó el año hidrológico 2004-2005 en el que sólo se contabilizaron 176,8 litros de lluvia por metro cuadrado, lo que lo convirtió en el segundo más seco de la marisma del Guadalquivir desde 1859, cuando comenzaron a elaborarse las series históricas de pluviometría.