Los ministros de energía europeos reunidos en Pamplona el pasado fin de semana pusieron de manifiesto la necesidad de la energía nuclear para cumplir con los objetivos de reducción de emisión de gases que plantea el Protocolo de Kioto, opinión que no sólo no comparten las organizaciones ecologistas, sino también algunas personalidades europeas destacadas.
Loyola de Palacio, la comisaria europea de energía, se ha mostrado como una de las más firmes defensoras del uso de la energía nuclear. «O cumplimos con el Protocolo de Kioto y mantenemos la producción nuclear, o renunciamos a Kioto, tan sencillo como eso», afirmó en la capital pamplonica. En la misma línea se posicionó el secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Donald Johnston, quien aseguró que los efectos contaminantes de las centrales nucleares «son ínfimos».
Por contra, la nota discordante la puso la comisaria de Medio Ambiente, Margot Wallstroem, al afirmar que la energía nuclear no es una fuente de futuro, «porque sigue sin estar resuelto el coste del tratamiento de los residuos de alta actividad».
«Grave error»
La organización ecologista Greenpeace asegura que incluir la energía nuclear dentro del Mecanismo para un Desarrollo Limpio sería un «grave error». Según los ecologistas, la energía nuclear emite más dióxido de carbono (CO2) por unidad de energía producida que cualquiera de las energías renovables. No obstante, reconocen que la fisión del uranio en sí misma no produce emisiones de CO2, pero recuerdan a De Palacio que en el ciclo nuclear completo (conjunto de actividades desde la minería del uranio hasta el desmantelamiento de los reactores) sí se provocan significativas emisiones de este gas.
De opinión bien distinta es el Foro de la Industria Nuclear Española, que asegura que la energía nuclear supone una contribución valiosa para evitar las emisiones de gases de efecto invernadero, evitando 800 millones de toneladas de CO2 que se liberarían a la atmósfera cada año, y las emisiones de otros gases dañinos, como el dióxido de azufre (SO2) y el monóxido de carbono (CO). «Desde cualquier punto de vista, la energía nuclear constituye una tecnología sostenible que puede darnos servicio a largo plazo, con el máximo beneficio para la sociedad y un mínimo coste para el medio ambiente», afirma el Foro.
438 centrales
El 83% de la producción eléctrica de origen nuclear se concentra en los países industrializados, según datos del Foro. Existen 438 centrales en operación en el mundo, con una potencia instalada de 352.603 megavatios, que cubren el 16% de la demanda eléctrica.
En la UE hay 143 nucleares, con una capacidad de 122.454 megavatios, que aportan el 33,9% de la demanda eléctrica. En España hay nueve, pocas si se comparan con las 59 que tiene Francia o las 20 que hay operativas en Alemania, que aportan algo menos que la media europea, un 27%. Su potencia (7.815,8 megavatios) ha aumentado en 500 megavatios desde que se construyeron.