Unos 7.000 seres vivos de especies amenazadas han muerto en España durante la última década como consecuencia del uso ilegal de veneno. Así ha ocurrido con siete osos pardos, 40 quebrantahuesos, 114 águilas imperiales, 348 alimoches, 168 águilas reales, 638 buitres negros, 2.355 milanos reales y negros, y 2.146 buitres leonados, según datos facilitados en el I Encuentro para la Lucha contra el Veneno del Proyecto Life + Veneno.
«El veneno se coloca en todos sitios, pero para nosotros son prioritarias aquellas zonas donde supone un grave problema para la biodiversidad», explicó Juan Carlos Atienza, director de conservación de SEO/BirdLife. A su juicio, los seres vivos protegidos que son envenenados son «daños colaterales» porque «hay muy poca gente que lo que quiere es matar un águila imperial». Los culpables se encuadran sobre todo en el sector de la ganadería y de la caza, pero también «son vecinos a los que les molestan los gatos de su urbanización», indicó Atienza.
La lucha contra esta práctica ilegal se lleva a cabo con varias herramientas. «La vía administrativa se ha mostrado eficaz y ágil», subrayó Asunción Ruiz, directora ejecutiva de SEO/BirdLife. Hasta el momento se han abierto 79 expedientes administrativos que incluyen sanciones y medidas de recuperación sobre todo en Andalucía, Castilla-La Mancha y Castilla y León. También se han dictado 29 sentencias condenatorias y se ha formado a más de 4.500 agentes en cursos específicos.
«El marco normativo, aunque es imprescindible, no es suficiente», admitió José Jiménez García-Herrera, director general de Medio Natural y Política Forestal del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM). Por eso, en 2004 se creó la Estrategia Nacional contra el Uso Ilegal de Cebos Envenenados para luchar de forma conjunta con las comunidades autónomas.
Otra forma de terminar con esta lacra es cambiar la mentalidad «para pasar del control de los depredadores al control de la depredación», precisó Atienza. «Si la gente quiere que se depreden menos perdices, lo que hay que hacer es ponérselo difícil al zorro», y conseguir, por ejemplo, fincas arboladas que impidan que este depredador cace tantas perdices porque éstas tienen más refugios, señaló el responsable de SEO/BirdLife.