Las tierras cultivables en España han descendido un 12% desde 1980, sostiene un estudio presentado por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino que analiza la adaptación de la agricultura al cambio climático, la lucha contra la desertización y la diversificación de la actividad rural en la cuenca mediterránea, señaló el Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC).
Elaborado por el Centro Internacional de Altos Estudios Agronómicos Mediterráneos (CIHEAM), «Terramed 2009: Nuevas perspectivas para el desarrollo rural en el Mediterráneo» repasa la situación de 21 países, donde más de un tercio de la población (150 millones de personas) vive en el medio rural. En el Mediterráneo «pagamos muy caro el que haya habido un par de décadas de desinterés hacia los espacios rurales», dijo Bertrand Herviu, secretario general del CIHEAM. El estudio demuestra que los países del este y sur del Mediterráneo han pensado durante mucho tiempo que debían nutrirse de los mercados mundiales, en lugar de desarrollar sus agriculturas.
«El informe es importante porque su objetivo es contribuir a que las cuestiones agrícolas y rurales sean principales en la agenda política de la Unión para el Mediterráneo (organismo internacional surgido del programa de colaboración y desarrollo de relaciones internacionales que agrupa a 43 países)», explicó Herviu. El estudio permite «ponernos manos a la obra, recordar la afinidad de este camino que es de todos, apostar por el único futuro sostenible del Mediterráneo, el que pasa por un territorio vivo, integrante y vigilante frente a la inequidad», apuntó por su parte Santiago Menéndez de Luarca, subsecretario del Ministerio.
Desafíos para la agricultura
El trabajo afirma que la agricultura mundial y la mediterránea se enfrentan a un triple desafío: el crecimiento demográfico y la seguridad alimentaria; la protección del medio ambiente y de los recursos naturales; y la escasez de las energías fósiles. «La conservación es la prioridad, pero sólo se conserva aquello que se vive y para ello tenemos que llevar vida y riqueza. Los componentes menos inmediatos de un desarrollo pleno y verdadero, como son la protección social específica para el medio rural, el mantenimiento de altos niveles de calidad ambiental y paisajística, la restauración de la diversidad biológica y ecológica, se alcanzan de manera más segura y eficaz mediante la ordenación integrada del uso del territorio», aseguró Menéndez de Luarca.
«Aunque la población agraria y rural de las riberas del norte (países como España, Francia o Italia) ha disminuido, en las riberas del sur y el este (Marruecos, Egipto, Israel, etc.) se ha mantenido e incluso ha aumentado. En España, por ejemplo, se han perdido un 12% de tierras cultivables desde 1980», mantiene el informe.
Disponibilidad de agua
La disponibilidad de agua es uno de los retos para mantener el desarrollo rural. Según el estudio, el sector agrícola absorbe la mayoría del consumo de agua, y ésta es una tendencia en aumento. Así, el regadío representa el 45% de la demanda de agua en el norte y el 80% en el sureste.
A este reto se suma además la inestabilidad del clima y el aumento de las temperaturas, lo que intensificará la desertificación de ciertos países como España. El informe destaca también el caso español con la Ley para el Desarrollo Sostenible del Medio Rural, de diciembre de 2007, una norma de orientación territorial, cuyo objetivo es una mayor integración de las zonas rurales.