España ocupa el puesto 23 de un total de 133 países, con una puntuación de 79,2 sobre 100, en el nuevo índice de logros ambientales (EPI, por sus siglas en inglés) producido por un equipo de expertos de las universidades de Yale y Virginia con la colaboración del Foro Económico de Davos y la Comisión Europea. Nueva Zelanda encabeza la clasificación, seguida de Suecia, Finlandia, República Checa y Reino Unido. A la cola se sitúan Mauritania, Chad, Níger y Etiopía. El EPI fija objetivos de desarrollo ambiental y mide la distancia a la que se encuentra cada país de alcanzarlos. Se ha clasificado a 133 países sobre la base de 16 indicadores agrupados en 6 categorías: salud ambiental, calidad del aire, recursos hídricos, biodiversidad y hábitat, recursos naturales productivos y energía sostenible. El peor resultado para España se registra en la categoría de calidad del aire (49,2 puntos), pero donde más se aleja del resto de países de la UE es en la gestión de los recursos hídricos (62,4 puntos frente a los 90,6 de la media comunitaria). En contraste, España se encuentra muy por encima de la media en la protección de la biodiversidad y de los hábitats (62,1 puntos frente a 42,6 en la UE). Tanto en energía sostenible como en salud ambiental, la puntuación se sitúa en la media de la UE. Por delante de España se sitúan países como Malasia (9), Irlanda (10), Portugal (11), Costa Rica (15), Colombia (17), Grecia (19), Italia (21) o Alemania (22). Inmediatamente después en la clasificación se sitúan Taiwan (24), Eslovaquia (25), Chile (26), Países Bajos (27) o Estados Unidos (28). En general, el estudio concluye que las últimas posiciones de la clasificación las ocupan países pobres con poca capacidad de inversión en infraestructura medioambiental (como por ejemplo agua potable y sistemas de saneamiento) y con sistemas regulables débiles. En contraste, todos los países que lograron posiciones altas en el índice destinan muchas inversiones y esfuerzos a la protección del medio ambiente.