El nuevo Catálogo Español de Especies Amenazadas (CEEA) incluye 898 especies (327 más que la edición anterior) con diversos grados de amenaza. De ellas, 174 se consideran “en peligro de extinción”. Especies tan emblemáticas como el águila imperial ibérica, el drago de Gran Canaria, la foca monje del Mediterráneo, el lince ibérico o el oso pardo podrían desaparecer en breve para siempre. La concienciación ecológica y las labores de conservación y recuperación son imprescindibles para evitarlo.
Especies que podrían extinguirse en breve
El CEEA agrega 898 especies, subespecies y poblaciones de la fauna y flora españolas que necesitan medidas específicas de protección por parte de las Administraciones públicas.
La lista es un instrumento para determinar qué especies están en mayor peligro y, por tanto, requieren la evaluación periódica de su estado de conservación, la prohibición de captura, muerte y destrucción de sus áreas de reproducción, invernada o reposo, así como la adopción de planes de recuperación o conservación.
La prioridad se cierne sobre las especies, subespecies o poblaciones consideradas «en peligro de extinción», es decir, cuando los factores negativos que inciden sobre ellas hacen que su supervivencia sea poco probable a corto plazo. Algunas son emblemáticas y únicas de la Península Ibérica, como las citadas a continuación:
Águila imperial ibérica (Aquila adalberti): descubierta en 1860 por el naturalista alemán Brehm, su nombre científico hace honor al príncipe Adalberto de Baviera, que financió las primeras investigaciones sobre esta especie. A comienzos del siglo XX era un animal muy abundante, pero en las últimas décadas su número se ha reducido hasta quedar al borde de su desaparición. En España habitan unas 200 parejas adultas y un número indeterminado de jóvenes nómadas, en su mayoría en los parques nacionales de Cabañeros y Doñana.
Drago de Gran Canaria (Dracaena tamaranae): esta especie endémica, emparentada con el famoso drago milenario de la vecina Tenerife, se describió por primera vez en 1998 como una especie diferente. Al igual que el CEEA, la Lista Roja de la Flora Amenazada Española también la cataloga como una especie en peligro de extinción.
Estrella de los Pirineos (Aster pyrenaeus): esta planta perenne herbácea se localiza en España en la zona de Bulnes (Cabrales, Asturias). La alteración del hábitat y la recolección indiscriminada en algunas poblaciones le han llevado a estar amenazada de extinción. La Directiva Hábitats la considera una especie de interés comunitario y prioritaria.
Foca monje del Mediterráneo (Monachus monachus): aunque parezca increíble, el Mare Nostrum alberga focas en sus aguas. Es la especie Monachus monachus, conocida como foca monje del Mediterráneo. Resulta sorprendente porque es difícil encontrarse con una, ya que solo quedan unos pocos centenares. Es uno de los diez mamíferos en mayor peligro de extinción de la actualidad.
Lagartos gigantes canarios: Las Islas Canarias cuentan con varias especies de lagartos gigantes al borde de la extinción, como el de La Gomera (Gallotia gomerana), el de Tenerife (Gallotia intermedia) y el de El Hierro (Gallotia simonyi). La destrucción de su hábitat es una de sus principales amenazas, al igual que el cambio climático, que podría llevar a la extinción al 20% de todas las especies de lagartos, según un estudio publicado en la revista ‘Science’.
Libélulas: aunque son más pequeños y pasan desapercibidos, los insectos son una parte importante de la naturaleza, que también está amenazada. Como muestra, el CEEA señala el peligro de extinción para las especies de libélula Macromia splendens y Ophiogomphus cecilia. Y es que como apunta la última Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el 14% de las libélulas están amenazadas de extinción en Europa.
Lince ibérico (Lynx pardinus): hace siglos, este felino moraba en varios montes mediterráneos europeos, pero su número disminuyó hasta quedar relegado a la Península Ibérica. En la actualidad, quedan menos de 200 linces ibéricos y entre ellos solo un puñado de hembras con capacidad para criar. Es el felino más amenazado del planeta. Vive en núcleos muy reducidos de Sierra Morena, Montes de Toledo y Doñana.
Murciélago patudo (Myotis capaccinii): el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha declarado 2011 como «Año del Murciélago«, para concienciar a los ciudadanos de todo el mundo de que, a pesar de los beneficios de estos mamíferos para los seres humanos y la naturaleza, más de la mitad de las 1.100 especies está en peligro. España acoge casi una treintena de estas especies, algunas en peligro de extinción, como el murciélago patudo.
Oso pardo (Ursus arctos): hace siglos, el oso pardo se extendía por toda Europa. Sin embargo, esta situación ha cambiado de forma drástica en las últimas décadas. Tanto es así, que España, junto con Italia y Francia, alberga las poblaciones más amenazadas del mundo de esta especie en peligro de extinción. La ya de por sí preocupante situación se agrava en el caso de los osos españoles, puesto que son los únicos representantes puros de una de las tres líneas evolutivas en Europa y de las cinco que parece haber en el mundo.
Quebrantahuesos (Gypaetus barbatus): esta especie de buitre recibe su nombre por la costumbre de remontar huesos y caparazones hasta grandes alturas, con el objetivo de soltarlos para que se despedacen contra las rocas y poder comer así el tuétano de su interior. El quebrantahuesos está considerado como una especie rara y en regresión, catalogada «en peligro de extinción» no solo en España, sino en toda Europa.
Tortuga mediterránea (Testudo hermanni): en la actualidad, todas las tortugas marinas sufren algún grado de amenaza, y algunas, como la tortuga mediterránea, están al borde de la extinción. El impacto del ser humano en su hábitat o la caza, tanto la accidental como la ilegal, son algunas de las principales causas.
Urogallo cantábrico (Tetrao urogallus cantabricus): es la mayor de las gallináceas españolas, que recibe su nombre por el sonido que emite durante el celo, parecido al del «uro», antepasado salvaje de los bóvidos domésticos. Es una reliquia de la época glacial. De las dos subespecies que habitan en la Península, la Cantabricus está en peor situación, hasta el punto de que en Galicia se da prácticamente por extinguido.
Visón europeo (Mustela lutreola): a mediados del siglo XX, este pequeño mamífero era muy común y se extendía por las zonas fluviales de casi toda Europa, desde el norte de España hasta Rumanía y Rusia. En la actualidad, la Lista Roja de la UICN señala que este mustélido está «en estado crítico». No obstante, el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (MARM) afirma que la población ibérica es la única de su área de distribución mundial que todavía tiene posibilidades de salvarse, gracias a las labores de recuperación.