La introducción de seres vivos desde fuera de su área de distribución natural representa, según la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), la segunda causa de amenaza a la biodiversidad, tras la destrucción de los hábitats. En este sentido, el ser humano viene trasladando animales y plantas, ya sea activa o pasivamente, desde sus primeros viajes, especialmente a través del mar. No obstante, el número de especies introducidas se ha incrementado notablemente a nivel global en los últimos decenios con el aumento de los transportes internacionales y el turismo, la construcción de infraestructuras que rompen fronteras naturales, el cultivo de especies acuáticas o el tráfico y abandono de mascotas. Por ejemplo, el número de especies introducidas en el Mediterráneo desde principios del siglo XX se ha duplicado cada 20 años
El número de especies introducidas en el Mediterráneo desde principios del siglo XX se ha duplicado cada 20 añoshasta llegar en la actualidad a contabilizarse unas 450 especies exóticas, lo que le convierte en el mar con más especies introducidas del mundo.
Los problemas medioambientales que genera la introducción de especies son graves y muy variados. Una especie alóctona, es decir, aquella que se encuentra fuera de su lugar natural, puede llegar a ser una grave amenaza para las especies autóctonas si se convierte en una especie invasora, por muy pequeña o inocua que pueda parecer. De esta manera, las especies invasoras ponen en peligro la biodiversidad, puesto que pueden desplazar e incluso hacer desaparecer a los organismos nativos de su hábitat, contaminándolos química o incluso genéticamente, compitiendo por los mismos recursos o incluso siendo sus depredadores. Estas especies, una vez introducidas, pueden transformar las comunidades biológicas del área afectada, alterando el balance ecológico, cubriendo por completo amplias zonas, impidiendo el desarrollo de los organismos nativos y, en casos extremos, su reproducción.
Las consecuencias económicas negativas de este fenómeno también son importantes. Las especies invasoras pueden llegar a contaminar los productos de consumo humano, constituyendo un grave riesgo para la salud pública, lo que genera una serie de prohibiciones que repercute en las ventas. Los sectores de la agricultura, la ganadería y la pesca pueden experimentar una disminución de su productividad
Los sectores de la agricultura, la ganadería y la pesca pueden experimentar una disminución de su productividady el turismo también se ve afectado, al quedar las zonas invadidas poco o nada aptas para dicha actividad. Los expertos calculan que las pérdidas económicas relacionadas con este problema ascienden a miles de millones de euros al año.
El control de estas especies conlleva un esfuerzo y unos medios complejos, puesto que su distribución, capacidad de expansión, incidencia negativa en el medio, posibilidad real de erradicación e impacto ecológico son muy variadas. De hecho, la UICN establece la existencia de diferentes categorías de especies introducidas:
- Traslocadas, aquellas que son desplazadas dentro de su área de distribución
- Aclimatadas, llegadas normalmente de otras zonas de clima similar pero que no llegan a concluir el ciclo reproductivo
- Naturalizadas, que logran mantener poblaciones reproductoras
- Alóctonas no naturalizadas ni aclimatadas, normalmente provenientes de evasiones de cautividad, sueltas deliberadas, o que han llegado junto con las mercancías de otras zonas y que normalmente no tienen posibilidades de mantener poblaciones estables.
Teniendo estos factores en cuenta, entre las posibles acciones a tomar se encuentran la prevención y los controles en las instalaciones de granjas, la limitación en el comercio de especies exóticas, el establecimiento de mayores controles de frontera y cuarentena, así como del agua de lastre y de los sedimentos de los buques, o el intercambio de información actualizada entre los organismos responsables.
La introducción de especies genera cada vez más diversas normas y leyes para su control y eliminación. A nivel internacional destacan las Declaraciones de Bonn o Berna, mientras que la Unión Europea cuenta con la Directiva Hábitats y varios Reglamentos que España ha asimilado en su legislación. En el terreno autonómico, el desarrollo legislativo es desigual, encontrando desde comunidades que lo incluyen en su normativa desde hace más de diez años, hasta otras que están en proceso de redacción, pasando por muchas otras que lo han incorporado recientemente.
No obstante, algunos expertos consideran que todavía queda mucho por hacer, sobre todo en aquellos países donde la Administración y la opinión pública no se plantean el problema. Asimismo, las leyes existentes cuentan con lagunas que habría que subsanar para combatir la introducción de especies de una manera eficaz. Algunas convenciones sobre diversidad biológica, como la de Berna, no especifican a veces que las especies listadas deban ser indígenas del estado que ha firmado dicha convención. De esta manera, puede darse el caso de que especies exóticas aparezcan listadas como especies protegidas.