Nuestra forma de producir y consumir pone contra las cuerdas al planeta, pues exprime los recursos naturales a un ritmo superior al que tarda en reponerlos. El sistema actual consiste en producir, usar durante algunos días o, a veces, incluso minutos, y tirar a la basura. Esto se traduce en que consumimos por encima de nuestras posibilidades y necesidades reales y dejamos una enorme huella detrás. Tanto es así, que se estima que solo España necesita dos veces y media su superficie para abastecer el nivel de consumo de sus habitantes, por lo que la gestión de las grandes cantidades de residuos se ha convertido en un grave problema. Para tratar de ponerle solución, en junio España presentó su “Estrategia de Economía Circular”, una hoja de ruta con el 2030 como fecha límite para lograr sus objetivos. Te contamos qué implica para productores y consumidores.
La Estrategia de Economía Circular es una hoja de ruta para repensar la economía, la sociedad y la relación con el medio ambiente de una forma integral. En definitiva, sienta las bases para transitar de un modelo lineal (comprar-usar-tirar) a otro circular, en el que los recursos, los materiales y los productos se mantengan en la economía el mayor tiempo posible y en el que se reduzcan los residuos al mínimo.
La estrategia de España toma como referencia el Plan de Acción para la Economía Circular de la Comisión Europea, adoptado en marzo del año pasado. Se trata de uno de los principales elementos del Pacto Verde Europeo, un nuevo programa para lograr un crecimiento sostenible. Con medidas a lo largo de todo el ciclo de vida de los productos, esta iniciativa tiene por objeto adaptar la economía a un futuro ecológico y reforzar su competitividad, protegiendo al mismo tiempo el medio ambiente y confiriendo nuevos derechos a los consumidores.
Los 6 objetivos de la Estrategia de Economía Circular
La estrategia española incluye seis cambios clave para alcanzar una economía circular en el año 2030:
- Reducir en un 30 % el consumo nacional de materiales en relación con el PIB (Producto Interior Bruto), tomando como año de referencia el 2010.
- Incrementar la reutilización y preparación para la reutilización hasta llegar al de los residuos 10 % municipales generados.
- Reducir la generación de residuos un 15 % respecto de lo generado en 2010.
- Disminuir la emisión de gases de efecto invernadero por debajo de los 10 millones de toneladas de CO2 equivalente.
- Mejorar un 10 % la eficiencia en el uso del agua.
- Reducir la generación de residuos de alimentos en toda la cadena alimentaria 50 % de reducción per cápita en el hogar y consumo minorista y un 20 % en las cadenas de producción y suministro a partir del año 2020.
Empresas comprometidas y consumidores responsables
El abusivo modelo lineal se agrava, además, por unos hábitos de consumo desmedidos, como el de ropa o el de aquellos productos que sustituimos por otros antes de que dejen de funcionar o agoten su ciclo de vida útil. Por tanto, el papel de los consumidores es esencial en esta transición hacia un modelo circular, en el que se priorice la reutilización y el aprovechamiento de recursos.
En la actualidad, cubrir nuestras necesidades como personas y como sociedad implica ejercer una elevada presión sobre el medio ambiente y sobrepasar sus límites. En ese sentido, la estrategia española insta a las empresas a comprometerse con productos sostenibles, diseños regenerativos y reutilización de materiales, pero también promueve el poder de los consumidores para hacer una compra responsable. Por tanto, los esfuerzos por lograr una economía circular tendrán impacto en muchos niveles de la vida cotidiana. “Gran parte de los ciudadanos ya han comenzado a transitar hacia este consumo responsable, y quienes no lo hayan hecho se verán forzados a emprender ese camino”, explica Rikardo Minguez, profesor del Máster en Economía Circular de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU).
Imagen: ready made
Economía circular en la industria alimentaria y la cesta de la compra
Este plan identifica las áreas prioritarias en las que incorporar este reto para lograr una España circular. Uno de ellos es el sector agroalimentario, pesquero y forestal. Un tercio de los alimentos producidos en el mundo son desperdiciados y se estima que esta industria es responsable de cerca del 25 % de las emisiones de CO2. Por eso, esta iniciativa promueve:
- Sistemas de producción menos contaminantes.
- Nuevos métodos de riego más eficientes.
- Fomento e impulso de las razas autóctonas.
- Apuesta por la innovación y la digitalización del sector.
- Dar una segunda vida a los descartes de pesca: aquellas capturas accidentales –ejemplares dañados o de una talla inferior a la legal, especies de menor valor comercial…– que la Unión Europea (UE) prohíbe devolver al mar pueden convertirse en harinas o fertilizantes.
- Desarrollar la estrategia «Más alimento, menos desperdicio«, dirigida a reducir las pérdidas y el despilfarro alimentario, a la valorización de la comida desechada y al fomento de técnicas de consumo responsable y eficiente.
Estas iniciativas se complementan desde Europa, donde se ha impulsado recientemente la estrategia «From Farm To Fork» (de la granja a la mesa), con medidas para mejorar el sistema alimentario de la UE y reforzar la agricultura ecológica.
Con este cambio de modelo, los consumidores deberemos, según Minguez:
- hacer compras diarias y semanales que se ajusten a nuestras necesidades, sin más raciones de las necesarias.
- tener bien ordenada la nevera y la despensa para no dejar que se caduque nada.
- hacer recetas de aprovechamiento “como nuestras abuelas”.
Economía circular y residuos electrónicos
Más de una vez un aparato deja de funcionar, sin darle un mal uso y sin razón aparente. El motivo puede estar en la obsolescencia programada, de la que existen dos tipos:
- Obsolescencia técnica. Consiste en acortar de forma intencionada la vida útil de los productos para incentivar la compra de unos nuevos. Algunas veces, se deberá a una pieza que se rompe y para la que no hay repuesto, y otras responderá a una incompatibilidad con un nuevo software.
- Obsolescencia percibida. En ocasiones, los propios consumidores, tentados de ir a la última o de tener el dispositivo más moderno, desechan los suyos sin que esto responda a un mal funcionamiento, sino a pura moda.
En ese sentido, la estrategia contempla que los dispositivos electrónicos sean diseñados para durar más y ser reutilizables y reciclables de forma segura, eliminando cualquier sustancia peligrosa. “Productores y consumidores se comprometen a prolongar la vida útil del producto, con la reutilización, la reparación y el reacondicionamiento como prioridad”, matiza Minguez.
Asimismo, este plan incluye el impulso de la servitización (o estrategia de orientación a servicio), un nuevo modelo de negocio en el que una empresa ya no se limita a vender productos sino producto-servicio, como, por ejemplo, la reparación en caso de que se estropee.
Imagen: Obsahovka
Además, en esta hoja de ruta también se tiene en cuenta el potencial de la gestión de estos residuos, con un margen de mejora enorme, ya que la reutilización de aparatos eléctricos y electrónicos representa un pequeño porcentaje sobre el total de aparatos recogidos. Según datos del informe ‘The Global E-waste Monitor 2017′, elaborado por la Universidad de Naciones Unidas (UNU), en España se desechan 930.000 toneladas de residuos eléctricos y electrónicos y solo se recogen y reciclan 198.000 toneladas (un 21%).
Economía circular en la moda
Otra de las áreas prioritarias es la industria textil, un sector que hace un uso intensivo de los recursos naturales para conseguir las materias primas vírgenes. “Su impacto en el medio ambiente es enorme, desde los fertilizantes para cultivar el algodón y el petróleo para la fabricación de fibras sintéticas hasta los productos químicos para el tinte de las telas o la energía y el agua necesarias para la producción”, recuerda Minguez. Además, esta huella no se limita a la fabricación, pues en el lavado de las prendas se produce también una liberación no intencionada de microplásticos al mar. Asimismo, la ropa es tratada, cada vez más, como un producto desechable, y esta moda rápida o fast fashion plantea un serio problema. En España, solo se recicla el 1 % de la ropa, y cada habitante desecha una media de 6,6 kilogramos al año.
Por eso, la estrategia obliga, a partir de 2025, a recoger, reutilizar o reciclar los residuos textiles. Es decir, existirá un cubo de basura extra, específico para depositar la ropa. También se pretende avanzar en la sostenibilidad con el uso de fibras naturales, como las hojas de piña, y fomentando que ganen espacio en nuestros armarios fibras como el lyocell, elaborado a partir de la celulosa de la madera de árboles como eucaliptos, pinos, abetos o hayas.
Economía circular y plásticos
Asimismo, “veremos cómo el plástico se reduce por diseño y se elimina todo el innecesario”, agrega Minguez. De hecho, complementaria a la Estrategia de Economía Circular, España cuenta con una nueva Ley de Residuos, que prohíbe algunos plásticos de un solo uso, como los bastoncillos y las pajitas, y establece un impuesto sobre su uso. Además, los Estados miembros tienen hasta julio de 2021 para cumplir con la nueva directiva europea sobre prevención y reducción del impacto de determinados productos de plástico en el medio ambiente.
“El objetivo es que todo el plástico de uso alimentario sea reutilizable, reciclable y libre de aditivos tóxicos. Para conseguirlo, se implantarán nuevos sistemas de recolección y se fomentarán cambios en el comportamiento del consumidor que aseguren que todo el plástico sea reutilizado o reciclado. Sin embargo, para conseguirlo, todavía no está claro qué medidas se van a tomar ni los plazos reales”, apunta Rikardo Minguez.
Economía circular en el sector transporte
Por último, esta estrategia también se materializará en cambios en la movilidad urbana. “En una ciudad circular ideal, el sistema de movilidad urbana debería ser accesible, seguro, asequible y efectivo”, agrega Minguez. Para lograrlo, los sistemas de transporte funcionarán con electricidad de fuentes de energía renovables, se basarán en el transporte compartido y estarán automatizados en la medida de lo posible. “Como ciudadanos, disfrutaremos más del transporte público y de las calles y, cuando adquiramos un vehículo, tendremos que optar por un vehículo eco que cumpla con criterios de durabilidad, facilidad de mantenimiento y eficiencia”, concluye este experto.
El camino hacia una economía circular requiere esfuerzos y cambios por parte de todos. Algunos serán adaptaciones de usos y costumbres más sostenibles que conocen bien las generaciones maduras. Pero, en otros aspectos, el cambio será disruptivo y los ciudadanos deberán adaptarse y modificar sus pautas de consumo ya que, además de una economía más competitiva y climáticamente neutra, este plan también busca contar con consumidores más empoderados.