La Asociación Empresarial Eólica (AEE) agrupa a la mayor parte de los agentes económicos del sector eólico español, además de varias asociaciones eólicas de ámbito regional. Con una potencia instalada en España superior a los 10.000 Megavatios (MW), las posibilidades de esta energía limpia e inagotable ofrecen grandes expectativas para la inversión nacional e internacional. Fernando Ferrando, Director General de Gamesa Energía, y desde abril de 2004 Presidente de la AEE, afronta su segundo mandato ante el reto de duplicar en cinco años la potencia eólica actual, de acuerdo al Plan Gubernamental de Energías Renovables. Según Ferrando, el sector eólico español cuenta para ello con una industria tecnológicamente competitiva a nivel internacional.
Los dos hechos más destacados de este anuario, en el que se analiza de forma exhaustiva la situación actual del sector, son sin duda, por una parte, la consolidación de la industria eólica y, por otra, la importante dinamización de las actividades relacionadas con las nuevas formas de gestión y operación de la energía eléctrica de origen eólico.
Nuestro país ocupaba a 1 de enero de este año el segundo puesto del ranking mundial con 10.028 MW, lo que supone un incremento anual de 1.524 MW. Se trata de una cierta desaceleración ligada más a ciertos retrasos administrativos que al vigor de la eólica. Es posible que este año podamos acercarnos al ritmo necesario para alcanzar en 2010 los 20.155 MW que fija el Plan de Energías Renovables, pues a finales de junio habíamos alcanzado ya los 10.900 MW, y parece previsible que al final del ejercicio nos acerquemos a los 12.000 MW. Otros datos muy significativos son, por ejemplo, que la eólica cubre ya casi el 8% de la demanda eléctrica de nuestro país o la presencia del 94% de la generación en el mercado.
La existencia de límites por comunidades puede comprometer el desarrollo de la eólicaLos promotores y la industria eólica están en condiciones de alcanzar esos 20.155 MW de potencia eólica en 2010 siempre y cuando se mantenga un marco retributivo atractivo para nuestras inversiones, se aceleren las tramitaciones administrativas y se resuelvan los problemas de conexión a red en algunos puntos. Respecto a la polémica sobre los supuestos recortes a los planes de las comunidades autónomas, la AEE considera que la existencia de límites por comunidades puede comprometer el desarrollo de la eólica.
Una cosa es el potencial del recurso y otra las posibilidades reales para su implantación, adaptándose a las limitaciones medioambientales, a la conexión a red y a la localización de cada proyecto que puede hacer rentable o no una instalación. En nuestro país, en términos generales, se han hecho las cosas bien y por ello estamos en vanguardia del desarrollo mundial. Hay que mantener las políticas de apoyo y dar estabilidad al marco normativo.
Pueden y deben ser un negocio. Para que la iniciativa privada invierta en un sector éste debe obtener una rentabilidad razonable. El retorno de las importantes inversiones que se realizan en esta actividad se produce en un periodo relativamente largo, por lo que necesitamos estabilidad regulatoria.
La eólica es una tecnología madura en la que los fabricantes españoles ocupan un lugar destacado en el concierto mundial, lo que nos permite exportar tanto nuestras máquinas como el saber hacer en la promoción, en la operación y en el mantenimiento.
Diversas empresas han planteado ya proyectos para la instalación de parques eólicos en el mar que suman una potencia superior a los 6.000 MW. Pero de momento el sector está a la espera de un marco que regule la tramitación, las concesiones y la retribución. En cualquier caso, hace falta desarrollar al máximo la eólica marina con el máximo respeto a las condiciones medioambientales.
A la larga, las energías renovables resultan más baratas para el conjunto de la sociedad, pues no incurren en ningún coste ambiental adicional ni tienen ninguna subvención directaLos consumidores, como ciudadanos, deben conocer las ventajas de las energías renovables en general y de la eólica en particular. Son limpias – no emiten gases de efecto invernadero y no producen residuos-, son autóctonas y, lo que es más importante, son baratas. Pese a que algunos magnifican el importe de las primas que el actual marco normativo les otorga para internalizar sus beneficios medioambientales, a la larga resultan más baratas para el conjunto de la sociedad, pues no incurren en ningún coste ambiental adicional ni tienen ninguna subvención directa. El consumidor, sin saberlo, está pagando de más por otras tecnologías que reciben subvenciones directas por otras vías.
Para nosotros sus ventajas medioambientales son incontestables y también para las organizaciones ecologistas. Se trata de poner en una balanza sus beneficios frente a los pequeños impactos que, como toda actividad humana, provoca. Eso no se contradice con que, efectivamente, en determinados lugares de extrema sensibilidad ambiental o con cualquier otro valor importante, no sea oportuno situar parques eólicos. No se trata de que la eólica tenga un fuerte impacto, lo que niego, sino de respetar al máximo estos lugares.
Tiene un brillante presente y un esplendoroso futuro, porque se ha revelado hasta hoy como la energía renovable más eficiente y eficaz. Contribuye ya de manera importante a la cesta energética con una tecnología limpia, autóctona y segura. En cuanto a los cambios necesarios, citaría como el primero de ellos que la apuesta de todas las administraciones por la eólica en palabras se traduzca en hechos.