Entrevista

Ferrán Guallar, director del Instituto Jane Goodall España

Otorgar los mismos derechos a todos los seres vivos no es un problema
Por Alex Fernández Muerza 25 de octubre de 2008
Img ferran guallar
Imagen: CONSUMER EROSKI

Hay personas a cuyas propuestas es imposible negarse. Es lo que le ocurrió a Ferrán Guallar (Barcelona, 1968) cuando la primatóloga inglesa y premio Príncipe de Asturias Jane Goodall le invitó a continuar en España su actividad conservacionista y educativa. Guallar dirige desde 2007 el Instituto Jane Goodall España, desde el que desarrolla diversos proyectos: envío de fondos para el centro de recuperación y reintroducción de chimpancés y proyectos sociales en Tchimpounga, Congo-Brazza, en África, así como diversos trabajos de investigación y educación ambiental. En este último apartado, destacan sus programas “Biodiversidad”, donde se proponen “ecosafaris” en los parques de las grandes ciudades, y “Ecoviajeros”, destinado a turistas que quieran unas vacaciones ecológicas y solidarias.

Para quien no conozca a Jane Goodall, ¿qué destacaría de su vida y obra?

La deforestación en África crece a un ritmo catastrófico, y nadie parece consciente del valor de estos bosques más allá de la madera
A sus 74 años, Jane Goodall sigue difundiendo un mensaje de respeto por todos los seres vivos y por el medio ambiente. Jane empezó investigando el comportamiento de los chimpancés en Tanzania en los años 60. Cuando vio los problemas de conservación de los bosques y las especies, fundó el Instituto Jane Goodall en 1977. Posteriormente se dio cuenta de que, sin educar a las nuevas generaciones, cualquier esfuerzo de conservación era en vano. Así pues, arrancó un programa educativo mundial, “Roots&Shoots”, que se extiende por más de 100 países en el mundo y cuenta con más de 8.000 grupos de jóvenes comprometidos con la protección del medio ambiente. Es una persona que aprende de cada detalle de su día a día, de cada persona que conoce, y es capaz de empatizar con humanos y con otras especies, y transmitir la necesidad de cambiar nuestra manera de entender el mundo, para poder salvarlo del desastre ambiental y social al que parecemos abocados.

Hablando de chimpancés y desastres ambientales, un nuevo censo indica que su población se ha reducido en un 90% en el Parque Nacional Marahoué, en Costa de Marfil, considerado su último refugio. ¿Tal mal está su situación?

No conozco este parque en profundidad, pero sí la región, y la situación está mal, no sólo para los chimpancés, sino para una mayoría de especies animales que dependen de los bosques. La deforestación en África crece a un ritmo catastrófico, y nadie parece consciente del valor de estos bosques más allá de la madera. Sólo con parar la deforestación, la pérdida de biodiversidad se controlaría mucho más.

A partir de este tipo de noticias se puede entender que estos parques, protegidos en teoría, no lo están en la práctica.

Los parques africanos, quitando los más conocidos y cuatro más, están en la ruina
Los parques africanos, quitando los más conocidos (Kruger, Serengueti/Masai Mara, Ngorongoro, Amboseli) y cuatro más, están en la ruina. Es un problema complejo: no hay suficientes visitantes para una gestión decente y las autoridades locales no pueden hacer mucho por evitar a los furtivos, que no siempre son bandas organizadas, sino también personas que practican mucha pequeña caza para supervivencia. Por ello, nuestro programa “Ecoviajeros” busca potenciar los ingresos por ecoturismo para poner en valor estos recursos naturales.

¿Cuál es el estado de conservación de los primates?

Malo. Hay pocos primates que no estén en peligro. En concreto, los grandes simios no humanos (orangutanes, gorilas, chimpancés y bonobos) están perdiendo su hábitat a manos de los cultivos y la deforestación general.

¿Por qué se ha llegado a esta situación?

Hay pocos primates que no estén en peligro
Quizás deberíamos preguntárnoslo a nosotros mismos: ¿por qué necesitamos consumir madera tropical? ¿Por qué necesitamos consumir cien veces más energía y materiales que un africano, cuando muchos de esos recursos salen de África? ¿Por qué consentimos que no se redistribuyan los beneficios de dichos recursos entre sus poblaciones? ¿Por qué compramos bienes que no cumplen criterios de comercio justo?

¿Qué podría ocurrir si desaparecen los primates?

Para empezar, perderemos la oportunidad de saber más sobre nuestros orígenes. Dado que los comportamientos no se fosilizan, la única manera que tenemos de conocer más sobre nuestra evolución como especie a ese nivel es estudiando el comportamiento de nuestros parientes más cercanos. Siguiendo en la línea egoísta, y pasando al ámbito biológico, si ellos desaparecen, no tendremos la posibilidad de saber más sobre el origen y posibles tratamientos de enfermedades que compartimos (VIH y muchas otras) pero que provocan diferentes respuestas inmunitarias. Si hablamos de biodiversidad, cada pérdida es enorme, desde una especie de gusano o de hongo hasta una de rinoceronte. El chimpancé u otros primates no serían diferentes en este sentido.

¿Qué pueden hacer los consumidores para salvar a los primates?

Si los primates desaparecen, no tendremos la posibilidad de saber más sobre el origen y posibles tratamientos de enfermedades que compartimos
Hay que darse muchísima prisa y está en nuestras manos: no compremos maderas tropicales, fomentemos proyectos de reforestación y conservación en África, Asia o América, y apoyemos sobre todo a sus poblaciones para redistribuir los beneficios de las materias extraídas e invertirlos en un modelo sostenible. En definitiva, hay que responsabilizarse de lo que consumimos. Hay que pensar en el origen y el destino de lo que compramos. Y también hay que reintroducir a nuestros hijos en la naturaleza; hace unas decenas de años que estamos alejados de ella. Esperamos que nuestro programa “Biodiverciudad” pueda ser útil para ello.

¿Puede hacerse este esfuerzo por el medio ambiente en tiempos de crisis económica?

Puede parecer difícil que el medio ambiente esté presente en la agenda mundial. Sin embargo, no hacerlo es un error garrafal: somos más de 6.000 millones de personas viviendo en un planeta con recursos que se acaban. La crisis ambiental multiplica los efectos de las demás crisis, y ahora estamos en una espiral difícil de controlar.

El Proyecto Gran Simio generó gran polémica entre quienes creen que se defiende otorgar los mismos derechos que los de los seres humanos. ¿Estaba justificada la alarma que se generó?

Salvar a los primates está en manos de los consumidores
No hay ningún problema en otorgar los mismos derechos a cualquier ser vivo. A quienes lo critican no se les pide ningún esfuerzo especial, o que paguen un impuesto por ello. El hecho de poner en igualdad a los demás seres vivos, empezando por los grandes simios, nos convierte en mucho más humanos. En todo caso, lo más importante es que muchas más personas se planteen quiénes somos los humanos, qué papel jugamos en el planeta y si hay otras maneras de convivir con la naturaleza. Está claro que hay espacios en los que es inviable, mientras, por ejemplo, sigamos alimentándonos de otros animales. Pero si se puede reducir su sufrimiento, ¿por qué no hacerlo?

El Instituto Jane Goodall España tiene su sede en el Zoo de Barcelona. ¿Ya no son los zoos cárceles para animales como se ha criticado tradicionalmente desde el entorno ecologista?

El Zoo de Barcelona tiene mucho que mejorar, como la mayoría en España. Los zoos deben tener un contenido básicamente educativo, y para ello hay que optimizar las especies, en número, en espacio y por distribución geográfica. Por otro lado, también hay programas de conservación e investigación ex situ. La propuesta que nos hizo el de Barcelona iba en esa línea. En el ámbito de los chimpancés, ofrecemos actividades de enriquecimiento para mejorar las condiciones de los individuos. Por ello, siempre que estos puntos se cumplan, los zoos pueden jugar un papel educativo y de conservación importante, aunque para llegar hasta ahí todavía hace falta mucho trabajo.

En la entrevista ha citado los programas “Biodiversidad” y “Ecoviajeros”. ¿En qué consisten?

Somos más de 6.000 millones de personas viviendo en un planeta con recursos que se acaban
En el programa Biodiverciudad, derivado del Roots&Shoots, la estrella son los “ecosafaris”, donde se trata de descubrir de una manera amena y divertida la biodiversidad que nos rodea, incluso en nuestras ciudades. Si nos acostumbramos a ver con otros ojos esa biodiversidad, tal vez seamos capaces de entender el problema global de su protección, más allá de nuestro entorno cercano. Así pues, organizamos salidas cada fin de semana para visitar los parques de las grandes ciudades y explicar hechos sorprendentes sobre la fauna y la flora que los habita.

Respecto a “Ecoviajeros, reduce tu huella”, se explica a los viajeros lo frágiles que son algunos destinos, ambiental y culturalmente. Luego promocionamos rutas que no se encuentran en las agencias habitualmente, porque las estancias se realizan en establecimientos rurales de propiedad local, con menos comodidades pero donde el viajero aprenderá a contrastar su realidad con la de los habitantes. Con sus vacaciones ganan todos: el viajero, la población local y el medio ambiente. Además, ofrecemos la posibilidad de realizar una pequeña misión que ayudará a mejorar la ruta. También trabajamos en proyectos de conservación y educación ambiental en el destino.

Sigue a Consumer en Instagram, X, Threads, Facebook, Linkedin o Youtube