Una gasolina “ecológica” a partir del dióxido de carbono (CO2) y el vapor de agua del aire, capaz de luchar contra el cambio climático y ayudar a las energías renovables. Esta es la reciente propuesta de una empresa británica. El siguiente artículo explica cómo funciona este sistema, señala sus ventajas y desafíos y recuerda que no es una idea nueva.
Gasolina a partir del aire
Air Fuel Synthesis, una pequeña empresa con sede en Stockton-on-Tees (Reino Unido), daba a conocer en fechas recientes en el Instituto de Ingenieros Mecánicos de Londres una planta piloto capaz de producir «gasolina a partir del aire».
La «gasolina del aire» se puede utilizar tal cual en cualquier vehículo convencionalEl sistema transforma el dióxido de carbono (CO2) y el hidrógeno del vapor de agua en una especie de gasolina más «limpia» que la derivada del petróleo, ya que no contiene ninguno de sus aditivos ni residuos. Así lo señalan sus responsables, que aseguran además que se puede utilizar tal cual en cualquier vehículo convencional. Entre sus posibles clientes, los impulsores de Air Fuel Synthesis apuntan a compañías aéreas o de coches que quieran emplear un combustible «verde». En este sentido afirman estar cerca de un acuerdo con una «gran empresa de bebidas interesada en gasolina para sus vehículos neutros de carbono».
Esta pequeña instalación, que ha obtenido sus primeros cinco litros de combustible, necesita una fuente de electricidad para funcionar. En este caso, sus responsables la han conectado a la red eléctrica convencional. Hasta el momento han invertido un millón y medio de euros, la mitad de ellos de uno de sus impulsores, Tony Marmont, un extrabajador de la petrolera Shell.
Tras demostrar que el sistema funciona, señalan desde la compañía, el próximo paso es construir una planta más grande para producir una tonelada de gasolina al día. Para ello consideran necesarios dos años de trabajo y entre seis y siete millones y medio de euros, de ahí que se encuentran en búsqueda de nuevos inversores. Confían en que, como toda tecnología, el proceso se optimice y los costes se reduzcan de forma ostensible. De esta manera, estiman que en los próximos quince años podría lograrse un desarrollo a escala de refinería.
Ventajas y desafíos del sistema
La gasolina a partir del aire es algo más que un combustible y presenta algunas ventajas añadidas, según sus defensores. Se basa en la captura del CO2, uno de los principales gases de efecto invernadero (GEI) implicado en el cambio climático. En este sentido, empresas y grupos de investigación universitarios en todo el mundo, incluida España, trabajan en el desarrollo de sistemas de captura y almacenamiento del CO2 (CCS en sus siglas inglesas).
Algunos proyectos se han puesto en marcha en instalaciones industriales que emiten grandes cantidades de dicho GEI. Noruega utiliza desde 1996 un depósito ubicado en el mar del Norte para enterrar CO2 y en España se propusieron diez lugares como posibles depósitos subterráneos.
Por su parte, otras iniciativas pretenden capturar el CO2 directamente del aire, una idea en principio similar a la de la empresa británica. Sin embargo, el año pasado un estudio de la American Physical Society, aseguraba que podría ser inviable desde un punto de vista económico.
El sistema es, además, una forma de almacenar energía, una de las principales carencias de las fuentes renovables. Sus responsables señalan que, aunque en estos momentos se basan en la red convencional para suministrar electricidad al sistema, sería posible más adelante utilizar energías renovables, de forma que su producción sería más ecológica. Por tanto, otra de sus posibles salidas sería usarlo en islas o comunidades remotas aisladas de la red eléctrica convencional con abundantes fuentes de energías renovables, como solar, eólica o hidráulica.
Gasolina del aire, una idea que no es nueva
El divulgador científico César Tomé se muestra escéptico con la propuesta de Air Fuel Synthesis. Aunque reconoce que el sistema funciona, subraya que no es novedoso y que en realidad es un nuevo ejemplo de empresa que aprovecha las relaciones públicas para buscar financiación: «Se basan en un proceso químico industrial conocido desde 1925 (los nazis lo usaron en la II Guerra Mundial) y que permite fabricar gasolina sintética a partir de gas de síntesis, es decir, de una mezcla de monóxido de carbono (CO) y de hidrógeno (H2). Lo único que podría interpretarse como novedoso es el uso de energías renovables para la obtención de CO a partir de CO2 y de H2 a partir de H2O, en ambos casos por electrolisis».
Obtener CO y H2 por electrolisis de forma rentable ya sería un logro suficiente. Tomé explica que la electrolisis requiere «procesos discontinuos, altos costes energéticos y de mantenimiento y unas materias primas limitadas». Esta tecnología implica además, según este experto, que el tamaño de la planta no podrá ser muy grande y que para ser rentable necesitará obtener electricidad a costes muy bajos.
Tampoco es la primera empresa que busca algo similar. En 1994 se publicaba un trabajo de un equipo de la Universidad de Princeton (EE.UU.) que explicaba cómo obtener un tipo de combustible, metanol, a partir de CO2. La idea dio lugar a la creación de la compañía Liquid Light. A finales del año pasado, la empresa Carbon Recycling International abría en Islandia una planta para producir cinco millones de litros de metanol al año a partir del CO2 residual de una central eléctrica.