El informe «Contaminación química en los emplazamientos de reciclaje y gestión de residuos electrónicos en Ghana», presentado esta semana por Greenpeace, revela que existe una contaminación severa por sustancias peligrosas en los desguaces de residuos electrónicos del citado país africano. La mayoría de estos residuos proceden de Europa, Estados Unidos y Japón.
La organización ecologista ha llevado a cabo varios análisis de suelos y sedimentos recogidos en dos de esas instalaciones. «Muchas de las sustancias que hemos detectado son altamente tóxicas, algunas pueden afectar al desarrollo del sistema reproductor de los niños y otras pueden alterar su desarrollo cerebral y del sistema nervioso», afirmó Kevin Brigden, de la Unidad Científica de Greenpeace Internacional. «En Ghana, China e India, los trabajadores, que muchos de ellos son niños, se exponen a niveles relevantes de estas sustancias tan peligrosas», añadió Brigden.
Metales tóxicos
Investigadores de Greenpeace visitaron dos plantas de reciclaje de residuos electrónicos en Ghana. Algunas de las muestras recogidas contenían metales tóxicos, entre los que se encontraba plomo en cantidades 100 veces superiores a las muestras de suelos y sedimentos no contaminados. También se detectó que en la mayoría de las muestras aparecían otras sustancias químicas como los ftalatos, conocidos por alterar la reproducción sexual. Además, una de las muestras analizadas presentaba altos niveles de dioxinas cloradas, cuya consecuencia más importante en el cuerpo humano es el cáncer.
Una de las muestras analizadas presentaba altos niveles de dioxinas cloradas, cuya consecuencia más importante en el cuerpo humano es el cáncer
«La contaminación química que se ha detectado en Ghana es similar a la que ya había detectado Greenpeace en anteriores análisis realizados en China e India, en lugares donde se realizaba la quema a cielo abierto de residuos electrónicos», aseguró la organización ecologista. A Ghana llegan por barco contenedores llenos de ordenadores, monitores y televisores usados, a menudo estropeados, procedentes, entre otros, de países europeos, y etiquetados de forma fraudulenta como «bienes de segunda mano».
La mayoría de la carga que llevan los contenedores acaba en desguaces, donde serán apisonados y quemados por trabajadores, muchos de ellos niños, utilizando, en ocasiones, sus manos sin ningún tipo de protección, denuncia la organización, que advierte de que esta práctica no sólo contamina el medio ambiente sino que, además, expone a los empleados a partículas de polvo y humos potencialmente tóxicos.
– Plomo : Se usa extensamente en los productos electrónicos como componente principal de soldaduras (en aleación con estaño), y como óxido de plomo en el cristal de los tubos de rayos catódicos en televisiones y monitores, así como en baterías. Sus compuestos también han sido utilizados como estabilizadores en algunos cables de PVC y en otros productos. El plomo es altamente tóxico para los humanos, y también para animales y plantas. Se puede acumular en el organismo mediante la exposición reiterada y tener efectos irreversibles sobre el sistema nervioso, en particular durante su desarrollo en la infancia.
– Cadmio: Presente en los aparatos electrónicos, tanto como cadmio metálico, en algunos interruptores y juntas de soldadura, como compuestos de cadmio en pilas recargables, estabilizadores UV en antiguos cables de PVC, o como en los revestimientos fosforescentes de los viejos tubos de rayos catódicos. Al igual que el plomo, el cadmio puede acumularse en el cuerpo a lo largo del tiempo, por lo que la exposición causa a largo plazo daños a los riñones y a la estructura ósea. Se sabe que el cadmio y sus compuestos son cancerígenos para el ser humano, principalmente mediante la inhalación de vapores y partículas de polvo contaminadas.
– Ftalatos: Se usan comúnmente para ablandar plásticos, principalmente PVC. El ftalato DEHP es capaz de interferir en el desarrollo de los testículos en edades tempranas. En Europa, tanto el DEHP como el DBP están clasificados como “tóxicos para la reproducción”. La UE ha prohibido el uso de seis ftalatos en juguetes y artículos infantiles.
– Antimonio: Metal usado en varias aplicaciones industriales, entre ellas como retardante de llama (trióxido de antimonio) y como trazador en soldaduras metálicas. La exposición a altos niveles de antimonio, presentes en partículas de polvo o vapores, en el lugar de trabajo, puede conllevar severos problemas de piel y otros efectos negativos sobre la salud.
– PCB (bifenilos policlorados): Hasta finales de los años 70 se usaban frecuentemente para el aislamiento de fluidos en los transformadores y condensadores eléctricos, así como retardante de llama en el PVC y otras aplicaciones de los polímeros. Los PCB son sustancias químicas sumamente persistentes y bioacumulativas, que se dispersan con rapidez en el medio ambiente y se acumulan en concentraciones elevadas en el cuerpo de los animales. Entre sus efectos destacan la supresión del sistema inmunológico, afecciones en el hígado, desarrollo de cáncer, daños al sistema nervioso, cambios conductuales y daño al sistema reproductor masculino y femenino.
– Clorobencenos: Usados como disolvente en formulaciones de PCB (históricamente en transformadores), y se pueden generar también durante la combustión del PVC. Estas sustancias químicas son relativamente persistentes y bioacumulativas. Los efectos por exposición dependen del tipo de clorobenceno, pero los más comunes incluyen daños sobre el hígado, la tiroides y el sistema nervioso central. El hexaclorobenceno (HCB) es la sustancia química más tóxica y persistente de este grupo.
– PBDE(polibromodifenil éteres): Son un tipo de retardante de llama bromado que se utiliza para prevenir la propagación del fuego en gran variedad de materiales, incluyendo las fundas y los componentes de muchos productos electrónicos. Son sustancias químicas persistentes en el medio ambiente y algunas son sumamente bioacumulativas, capaces de afectar al desarrollo cerebral.
– Trifenilfosfato (TPP): Retardante de llama organofiosforado que se utiliza en los aparatos electrónicos, por ejemplo, en las carcasas de los monitores de ordenador. El TPP es muy tóxico para la vida acuática y un inhibidor importante de un sistema enzimático clave de la sangre humana. En algunos individuos provoca dermatitis por contacto y es un posible disruptor endocrino.
Fuente: Greenpeace