Se calcula que el volumen de la pesca ilegal en todo el mundo alcanza un 20% de las capturas totales anuales, con un valor estimado entre los 4.000 y los 9.000 millones de dólares. Para luchar contra esta situación, el buque «Esperanza» de la organización ecologista Greenpeace ha zarpado de Ciudad del Cabo para iniciar una expedición de dos meses en la que denunciará la pesca ilegal en las costas atlánticas de África y los devastadores efectos que sobre los recursos marítimos tendrá esta práctica.
Este viaje, enmarcado en la campaña «Defendiendo nuestros océanos», que centra los esfuerzos de Greenpeace en la defensa del ecosistema oceánico, tiene como destino el Golfo de Guinea. El buque cuenta con ultramodernos sistemas de comunicación, incluyendo el acceso permanente a la red mundial de Internet, y equipos de grabación de audio, vídeo y fotografía para documentar las operaciones de pesca pirata que encuentre durante su travesía. La campaña «Defendiendo nuestros Océanos» cuenta con el apoyo de entidades internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Fundación para la Justicia Medioambiental.
Si se encuentra durante su travesía con un barco pirata, el «Esperanza» documentará las actividades del mismo y denunciará su posición a las autoridades del país en cuyas aguas territoriales esté operando o a organizaciones internacionales, como la Comisión Internacional para la Conservación del Atún del Atlántico.
La jefa de la expedición, Sara Duthie, aseguró en una rueda de prensa ofrecida en Ciudad del Cabo que la pesca pirata «contraviene todas las regulaciones internacionales al respecto y representa un gran problema no sólo por la cantidad de peces que captura, sino también por los métodos que utiliza y su impacto sobre el medio ambiente». Greenpeace centra su labor «en la documentación del problema, en hacer presión política y fomentar la investigación científica,» añadió Duthie, que admitió, sin embargo, que «son los gobiernos y la comunidad internacional los únicos que pueden acabar con el problema de la pesca pirata».
El plan de acción de Greenpeace contra la pesca ilegal concentra su atención en varios puntos, incluidos los puertos donde llegan los barcos piratas. El puerto de Las Palmas es uno de los más utilizados por esas embarcaciones. Otros puntos de importancia son la divulgación a mayoristas, minoristas y consumidores de la procedencia del pescado, así como el control de barcos a través de observadores gubernamentales y de vigilancia electrónica.