Ir al retrete es un hábito normal y no se le da especial importancia en los países desarrollados. Sin embargo, para unos 2.500 millones de personas que no tienen acceso a instalaciones de saneamiento adecuadas, es un problema sanitario, ambiental y económico de consecuencias “trágicas”. Así lo destaca Naciones Unidas, que celebra por ello este 19 de noviembre el Día Mundial del Retrete o del Saneamiento. Este artículo señala los detalles de este Día Mundial, que el saneamiento es un derecho humano y cómo acabar con este problema.
19 de noviembre, Día Mundial del Retrete
Un ciudadano de un país desarrollado puede ver extraño dedicar un Día Mundial al Retrete, hasta que conoce el porqué. Según datos de Naciones Unidas, unos 2.500 millones de personas no tienen acceso a instalaciones de saneamiento adecuadas, como retretes o letrinas. «Esto conlleva unas consecuencias trágicas para la salud, la dignidad y la seguridad humanas, así como para el medio ambiente y el desarrollo social y económico», aseguran los responsables de la ONU. Por ello, «Igualdad y Dignidad» es el tema elegido este año para celebrar el Día Mundial del Retrete o Saneamiento.
Unos 2.500 millones de personas no tienen acceso a instalaciones de saneamiento adecuadasBajo otro de sus lemas, «No Podemos Esperar», esta jornada mundial llama a la acción y destaca la urgente necesidad de sustituir la defecación al aire libre, en especial en los colectivos más vulnerables, como las mujeres y las niñas, por unas instalaciones de saneamiento en condiciones. La contaminación al carecer de las mismas es un grave problema que afecta al medio ambiente de muchos países en desarrollo.
Josefina Maestu, experta en agua de Naciones Unidas, subraya que en 46 países al menos la mitad de su población no tiene acceso al saneamiento «y probablemente serán más. Hay 1.800 millones de personas que beben agua contaminada con residuos fecales porque no hay saneamiento, y no lo saben porque no lo ven. Enfermedades como la diarrea, el cólera, la polio, las fiebres tifoideas, la hepatitis o la disentería están relacionadas con esa falta de saneamiento básico que sería muy sencilla de eliminar. Es mejor prevenir que curar y más barato».
En los países desarrollados, el retrete pasa por otro tipo de dificultades. La cantidad de residuos que acaban en su interior y no deberían tirarse por ahí es cada vez mayor: toallitas, tampones, lejía, medicamentos, pinturas, restos de comida, etc. Las consecuencias ambientales y económicas de esa basura impropia son considerables, según la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS). Los residuos biodegradables se pueden depurar, pero generan mayores costes y un mayor consumo energético, con el consiguiente daño ambiental indirecto. Los residuos químicos, de difícil depuración, son los más peligrosos porque provocan problemas finales en ríos y mares. El sobreesfuerzo económico de estos residuos supondría entre un 10% y un 18% del coste público de depuración de aguas residuales y, de seguir así, aumentarán todavía más, aseguran desde la AEAS.
El saneamiento es un derecho humano
Naciones Unidas reconoció en 2010 el derecho humano al agua y al saneamiento como esencial «para la realización de todos los derechos humanos». Sus responsables pidieron a los estados y organizaciones internacionales recursos financieros, capacitación y tecnología para lograrlo. En 2013 la ONU adoptó también la resolución «Saneamiento para todos», designando el 19 de noviembre «Día Mundial del Retrete».
Uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que tenía como meta 2015, fue precisamente la cuestión del saneamiento. Maestu destaca que con el agua se han logrado avances «espectaculares», al reducir a la mitad el número de personas sin acceso a los servicios básicos, pero reconoce que no ha sido así en el caso del saneamiento. «Es una de las cosas que más preocupan a Naciones Unidas», asegura.
Después de los ODM, Naciones Unidas aprobaba en fechas recientes los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El sexto objetivo señala para 2030 «asegurar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos».
Cómo acabar con la falta de saneamiento
Las instituciones tienen en su mano luchar contra este problema. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que serían necesarios 8.500 millones de euros al año para reducir a la mitad el número de personas sin acceso al agua potable.
Diversas ONG trabajan también en este sentido. La campaña «2.600 millones» de la organización Ingeniería para el Desarrollo Humano (ONGAWA) recuerda que esta es la cifra de personas sin saneamiento en todo el mundo: casi cuatro de cada diez personas. Acción contra el Hambre (ACH) reclama el reconocimiento del derecho a un agua segura en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y que la salud pública y su relación con el agua y saneamiento ocupe un lugar prioritario en las agendas nacionales de los países en desarrollo y en la agenda internacional de cooperación.
Los consumidores también pueden ayudar. Concienciarse sobre la escasez de agua, seguir unos sencillos consejos para ahorrar agua o exigir a los responsables institucionales la toma de medidas eficaces son algunas de las posibilidades.