Qué es un huerto urbano
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) define la agricultura urbana y periurbana (UPA) como “un conjunto de prácticas que proporcionan alimentos y otros productos a través de la producción agrícola y los procesos relacionados con ella y que se llevan a cabo en la tierra u otros espacios en las ciudades o las regiones circundantes”.
La FAO reconoce el potencial de la UPA para mejorar la vida de los pobladores de las ciudades y promover un desarrollo urbano más sostenible. Cerca de 800 millones de personas en todo el mundo realizan actividades ligadas a este tipo de agricultura y 266 millones de hogares en los países en desarrollo participan en la producción de estos cultivos. En total, entre el 20 y el 30% de la población mundial participa en los huertos urbanos.
Impacto de los huertos urbanos
La agricultura urbana se ha convertido en un fenómeno global. Ciudades de todo el mundo la consideran una excelente solución para mejorar la calidad ambiental en las ciudades y la sostenibilidad alimentaria.
Sin embargo, la capacidad de estos huertos para satisfacer por completo las demandas de una ciudad es objeto de debate, según advierte José Miguel Mulet, catedrático de biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia (UPV). “Tener un huerto en una ciudad mantiene zonas verdes despejadas, es bueno para la salud de las personas y tiene un impacto en la economía circular porque puede servir para aprovechar algunos recursos. Pero hay que tener en cuenta que el impacto económico es mínimo, ya que la producción de estos huertos es anecdótica”, destaca Mulet.
➡️ ¿Y su huella de carbono?
Si bien los beneficios sociales y nutricionales de los huertos urbanos son ampliamente reconocidos, su impacto ambiental en términos de huella de carbono ha recibido escasa atención. La mayoría de los informes se han enfocado en modelos de alta tecnología, como las granjas verticales o los invernaderos en las azoteas, dejando de lado los cultivos al aire libre sobre suelo urbano.
Un reciente estudio de la Universidad de Michigan, publicado en la revista Nature Cities, ha arrojado luz sobre esta cuestión. Al analizar 73 huertos urbanos ubicados en cinco países (Francia, Alemania, Polonia, Reino Unido y Estados Unidos), los investigadores descubrieron que su huella de carbono era hasta seis veces mayor que la de la agricultura convencional.
¿Por qué la agricultura urbana contamina más?
El estudio analizó tres tipos de emplazamientos de agricultura urbana:
- Granjas urbanas (gestionadas profesionalmente y enfocadas en la producción de alimentos)
- Huertos individuales (pequeñas parcelas administradas por jardineros individuales)
- Huertos colectivos (espacios comunales gestionados por grupos de jardineros)
En cada caso, los investigadores calcularon las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a los materiales y actividades de la granja a lo largo de su vida útil. Estas emisiones, expresadas en kilogramos equivalentes de dióxido de carbono por ración de alimento, se compararon con los alimentos producidos por métodos convencionales.
- En promedio, los alimentos producidos mediante agricultura urbana emitían 0,42 kilogramos equivalentes de dióxido de carbono por ración, seis veces más que los 0,07 kg de CO2e por ración de los productos cultivados convencionalmente.
- La mayor parte del impacto climático de la agricultura urbana se debe a los materiales empleados en su construcción. Benjamin Goldstein, uno de los autores del estudio, señaló que «estas granjas suelen tener una vida útil corta, por lo que los gases de efecto invernadero utilizados para producir esos materiales no se amortizan eficientemente. En cambio, la agricultura convencional es altamente eficiente y difícil de competir con ella».
- Los huertos urbanos requieren a menudo más recursos, como agua y energía, para mantener las plantas y dependen en muchas ocasiones de fuentes de energía no sostenibles.
- La producción a pequeña escala en los huertos urbanos limita la eficiencia y aumenta los costes, a pesar de ser prácticas más sostenibles.
🔴 Problemas añadidos
El hecho de que los huertos urbanos contaminen más es algo que «ya se sabía», reconoce Mulet. «Estamos hablando casi más de jardinería que de agricultura. Los huertos urbanos son un hobby, pueden venir bien para las ciudades, pero no son una solución alimentaria global, a pesar de lo que dicen algunos grupos ecologistas”, comenta. Añade que «si calculas la inversión en tiempo y dinero en el huerto y tuvieras que depender de lo que produce, habría que vender cada calabacín como si fuera tinta de impresora».
Asimismo, un problema adicional que se está pasando por alto es que no todos los suelos urbanos son aptos para huertos. «Ya ha habido problemas por poner huertos en lo que antes fueron suelos industriales y las verduras tenían unos niveles de contaminación por metales pesados muy preocupantes”, avisa el catedrático de biotecnología.
Cómo mejorar la agricultura urbana
En el estudio, los investigadores observaron cómo algunos cultivos urbanos igualaron o superaron a la agricultura convencional en ciertas condiciones. Por ejemplo, los tomates cultivados en estos huertos tenían una menor intensidad de carbono que los cultivados en invernaderos, mientras que la diferencia de emisiones entre la agricultura convencional y la urbana desaparecía en el caso de productos transportados en avión, como los espárragos.
Estas excepciones “sugieren que los profesionales de la agricultura urbana pueden reducir su impacto sobre el clima cultivando productos que normalmente se cultivan en invernaderos o se transportan por vía aérea, además de introducir cambios en el diseño y la gestión de las parcelas«, afirma Jason Hawes, coautor del estudio.
✔️ Tres buenas prácticas
Los investigadores de la Universidad de Michigan identificaron tres buenas prácticas para que la agricultura urbana sea más competitiva en carbono con la agricultura convencional:
- Prolongar la vida útil de los materiales y estructuras de los huertos, como los bancales elevados, la infraestructura de compostaje y los cobertizos.
- Utilizar residuos urbanos como insumos, aprovechar el agua de lluvia y reciclar el agua gris para el riego y reutilizar materiales urbanos (escombros de construcción y residuos de demolición, por ejemplo), para construir estos huertos.
- Maximizar los beneficios sociales de los huertos urbanos, como una mejor salud mental para sus cuidadores o el fomento de una dieta saludable.
Para Mulet, es importante tener en cuenta que un huerto urbano no es un modelo alimentario. “Una ‘agricultura’ a tan pequeña escala y hecha con medios artesanales siempre va a tener una producción muy baja y requerirá muchas horas de trabajo. Si es suelo urbano que va a estar desaprovechado por ser un solar sin uso, es una forma de darle una salida. Mejor tener un huerto que un aparcamiento o un solar abandonado que sirva como refugio para las ratas. Pero pensar que el futuro de la alimentación va a ir por ahí es ser muy iluso”, concluye.