El reciente certificado de eficiencia energética de viviendas utiliza una escala de calificación que abarca desde la A (los edificios más eficientes) hasta la G (los menos eficientes). Un piso con la mejor calificación posible beneficia al medio ambiente y a la economía de sus inquilinos. Este artículo ofrece varios consejos para que los consumidores puedan mejorar sus casas para obtener la mejor calificación energética posible.
Saber cómo y para qué funciona el sistema de calificación energética
El 60% de los edificios españoles se ha construido sin asumir ninguna normativa mínima de eficiencia energética, según la consultora Lowendalmasaï, especializada en optimizar costes empresariales. Si este dato se enfoca desde un punto de vista positivo, hay mucho margen de mejora en el parque de edificaciones español.
Elegir bien las medidas puede lograr una alta calificación energética sin elevadas inversionesPor ello, el nuevo certificado de eficiencia energética para viviendas es una oportunidad. Como recuerda José Luis López, coordinador de proyectos en la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA), un edificio con el mejor certificado posible mejora la calidad de vida de sus inquilinos, les ahorra dinero (y cada vez más con el incremento constante de las facturas energéticas), se vuelve más competitivo en el mercado de compra-venta o alquiler frente a otros con peor calificación y reduce su impacto ambiental.
Un certificado bien hecho debe incluir una lista con un número suficiente de medidas de ahorro energético, recomendadas por el técnico certificador. La normativa señala que el propietario puede, a su voluntad, realizar otro certificado de eficiencia energética cuando haya hecho modificaciones que mejoren el mismo.
Conocer las medidas clave para el ahorro energético de una vivienda
Las medidas para ahorrar energía en una vivienda se dividen en dos grupos, según el Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDAE):
- Medidas pasivas. Se realizan en el edificio en sí, como aumentar el aislamiento de la fachada, sustituir las ventanas por otras de doble acristalamiento, instalar protecciones solares, etc.
- Medidas activas. Sirven para mejorar la eficiencia de los sistemas de calefacción, refrigeración o iluminación, como el cambio de la caldera por otra de condensación, la sustitución de equipos terminales (radiadores), la utilización de una bomba de calor en los aparatos de refrigeración, el uso de bombillas de bajo consumo o la implantación de sistemas de control y gestión de la iluminación y climatización.
Implantar las medidas más baratas que logran mejores calificaciones
Lo idóneo sería aplicar todas las medidas clave para obtener unos resultados óptimos. Sin embargo, puede suponer una considerable inversión que no esté al alcance de todos, al menos todas a la vez. Por ello, se pueden priorizar las medidas que consiguen la mejor calificación posible con el menor presupuesto necesario.
José Luis López explica que sustituir una caldera de gasoil o gas natural por una de biomasa puede provocar, en zonas climáticas frías con una demanda de calefacción muy elevada, que la vivienda logre la clase energética A, sin ninguna otra medida. Si en la misma casa se cambian sus ventanas y/o aísla su fachada y su cubierta sin tocar la caldera, es posible que no alcance la misma calificación.
El IDAE pone un caso práctico concreto. Un edificio en Madrid de 24 pisos en seis plantas (600 m2 por planta), con un nivel de aislamiento de fachada basado en la normativa de edificación de 1979, ventanas con vidrio simple y una caldera de gasóleo, recibiría una clasificación F. Si se mejora la fachada según las exigencias para las viviendas nuevas a partir de 2007, y se ponen unas ventanas de vidrio doble y marco con rotura de puente térmico, conseguiría una E. La inversión para rehabilitar energéticamente fachadas puede oscilar entre 6.000 euros y 10.000 euros por vivienda. Si se sustituye la calefacción, con una inversión de unos 3.000 euros, podría reducir un 31% este consumo, frente al 34% si se rehabilita solo la fachada. Si el edificio pasa de tener unas emisiones de 75 kgCO2/m2 (letra F) a 65 kgCO2/m2, alcanzará la letra E.
Adaptar bien el nuevo Código Técnico de Edificación (CTE)
El CTE es una normativa que obliga al sector de la construcción a utilizar determinados materiales, técnicas y sistemas de energía. Entre sus objetivos, se propone que los edificios sean más eficientes energéticamente. El Ministerio de Fomento lo ha actualizado en fechas recientes, aunque en la práctica se aplicará a partir del 10 de marzo de 2014 a cualquier licencia de obra solicitada.
Los edificios que apliquen de forma correcta el CTE lograrán una calificación energética B, según Alberto Coloma, gerente de la Fundación La Casa que ahorra. «El anterior CTE estaba en torno a la D y la E. Lo lógico es que en 2018, si no se retrasa, el nuevo CTE obligará a las viviendas a alcanzar la máxima calificación (A)», añade este experto.
López recuerda que el nuevo CTE, al igual que el anterior, especifica unos mínimos y, por ello, el promotor o constructor puede ser más exigente y alcanzar la máxima calificación, y lograr así un factor de competitividad frente a otras promociones u ofertas. A pesar de las ventajas del CTE, ambos expertos estiman que apenas un 1% del actual parque español de pisos lo aplica.