Cada vez somos más sensibles ante el maltrato animal. Una tendencia que nos hace buscar alimentos producidos de forma ética y bajo el paraguas del llamado bienestar animal, y que ha hecho que muchas marcas incorporen en sus envases y anuncios eslóganes sobre esta materia. Muchos de estos mensajes están avalados con los distintos certificados y organismos de control, sin embargo, dicen los expertos, que otros se reducen a una simple estrategia de marketing.
Un animal goza de buenas condiciones si está sano, cómodo, bien alimentado, se siente seguro, puede expresar formas innatas de comportamiento y no padece sensaciones desagradables de dolor, miedo o desasosiego. Así define la Organización Mundial de Salud Animal (OIE) el trato digno en las explotaciones ganaderas.
Y aunque existe normativa, esta va por detrás de una conciencia social cada vez más sensible con el derecho de los animales a una vida digna. Algunas cifras rozan la unanimidad. Según el último Eurobarómetro (2016), un 94 % de los españoles considera importante o muy importante el bienestar de las especies de granja, cuando diez años antes ese porcentaje se quedaba en el 71 %. Según estudios como el Mintel Global Food&Drinks Trends, la demanda de productos éticos que incluye el bienestar animal ha crecido en todo el mundo: del 1 % de 2007 se ha pasado al 22 % tan solo una década después.
Para responder a todas las preguntas que nos surgen sobre el bienestar animal en las granjas y la creciente demanda de productos éticos, hablamos con Inma Estévez, doctora en Etología y experta en bienestar animal del Instituto Público de Investigación y desarrollo tecnológico NEIKER-Tecnalia.
Cuando, además de disfrutar una buena salud, los animales tienen sus necesidades fisiológicas cubiertas (alimentación, reproducción…) y pueden mostrar un comportamiento natural, como explorar o mantener relaciones sociales positivas con otros individuos de su especie. Buscamos prácticas de manejo alternativas para evitar situaciones estresantes o dolorosas. A veces, las soluciones pueden ser simples: por ejemplo, a las gallinas se les puede ofrecer material de forraje para mantenerlas ocupadas o instalar perchas donde puedan acomodarse. Otras veces los problemas son más complejos.
Es fruto de la evolución de nuestros valores éticos y del mayor conocimiento sobre la capacidad de sentir de los animales. Las personas tratan de consumir de forma consciente y responsable, y las condiciones en las que se manejan los animales y su bienestar tienen cada vez más importancia en su decisión de compra. Creemos que todos los consumidores, independientemente de su nivel económico, deberían tener igual acceso a estos productos.
Un mayor bienestar animal no siempre supone un aumento significativo en los costes. A veces este es mínimo y solo requiere que se sepa qué medidas aplicar y cuáles conllevan mayores niveles de estrés. También se pueden conseguir mejoras mediante cambios en el diseño de las instalaciones o facilitando el comportamiento natural de las especies. El bienestar mejora la productividad, así que, incluso con mayores inversiones, podría compensar económicamente.
Las grandes empresas están profundamente implicadas. Se ha formado la plataforma Global Coalition for Animal Welfare para establecer estándares de bienestar en la cadena de producción. Esta dinámica es imparable y el bienestar es un aspecto a considerar por las empresas que aspiren a seguir en el mercado.
En Europa somos punteros; el problema consiste en cómo aplicas y verificas su cumplimiento. Necesitamos más educación y revalorizar el trabajo de los buenos ganaderos. La transferencia de los nuevos conocimientos que estamos generando contribuirá a mejorar muchos aspectos de manejo y salud.