Oculto por una capa de hielo de 19 metros de profundidad, un lago subterráneo con agua siete veces más salada que la del mar y sin contacto con la atmósfera desde hace 2.800 años, ha sido descubierto por un grupo de investigadores estadounidenses en la Antártida. En los sedimentos situados justo encima de esa reserva de agua, este equipo descubrió bacterias y algas probablemente en estado de congelación desde hace 2.500 años. Aunque tampoco descartan que procedan de una colonia de microorganismos existente en la reserva oculta de agua salada, cómo detallan en la revista «Proceedings» de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
Este extraño ecosistema acuático se encuentra localizado en el Lago Vida, uno de los más grandes situados en los Valles Secos de McMurdo (Antártida). Durante mucho tiempo se creyó que el Lago Vida escondía bajo sus 5 kilómetros de longitud un depósito de agua helada de profundidad escasa (10 metros). Sin embargo, el grupo liderado por Peter Doran, científico de la Universidad de Illinois, empezó en 1996 a investigar este paraje con ayuda de un radar, que localizó bolsas de agua salada bajo la superficie del Lago. Posteriormente, seleccionaron uno de los enclaves donde la presencia de estas bolsas parecía más evidente y procedieron a practicar una perforación que llegó hasta sólo tres metros por encima del misterioso lago subterráneo de agua salada.
Esta perforación de 16 metros de profundidad y 10 centímetros de diámetro se realizó durante dos semanas por los investigadores, que soportaron temperaturas de menos 35 grados centígrados. En los sedimentos más profundos se obtuvieron muestras de hielo en los que pudieron detectarse bacterias y algas, que se mantenían en una especie de estado de hibernación desde hace miles de años. Según estos investigadores, la cubierta de hielo de estos lagos antárticos subterráneos son un oasis de vida, cuando no hace mucho se consideraban nichos ambientales totalmente inhóspitos.
Las pruebas obtenidas por este equipo son muy interesantes para la Agencia Espacial de EE.UU. (NASA) y otras instituciones que realizan investigaciones en el Lago Vostok, también en la Antártida, donde se sospecha que a 4 kilómetros bajo su superficie existe un enorme lago subterráneo de agua. El interés científico radica en que esos ecosistemas extremos pueden ayudar a entender cómo surgió la vida en la Tierra y si es posible la presencia de microorganismo en lugares muy similares, como la luna Europa de Júpiter.