Ekopass es una asociación sin ánimo de lucro cuyo objetivo es la puesta en marcha de iniciativas para la reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Cualquier empresa o ciudadano puede dirigirse a esta ONG para conocer cuánto CO2 genera (el principal gas de efecto invernadero) y cómo reducir y compensar su emisión. Además, Ekopass trata de actuar en un contexto más amplio, participando en la iniciativa de plantación de árboles “Green Belt Movement” en Kenya o en la certificación de reducción de emisiones de una central minihidráulica en Azpeitia, en la que además se quiere crear un centro de interpretación ambiental sobre la energía para los centros educativos de la zona.
Promovida por Naider, una empresa especializada en promoción económica, sostenibilidad ambiental y competitividad social, Ekopass es una manera eficaz de sumar los esfuerzos de todas aquellos que quieren aportar algo en la lucha contra el cambio climático, según Iván de Torres Suárez (Madrid, 1978), Ecólogo y Responsable de Proyectos de la Asociación.
Las cifras muestran que Estados Unidos es el país que más contamina, quien no ha firmado el Protocolo de Kyoto, con el 25% de las emisiones mundiales. España, a pesar de haberlo ratificado, es uno de los países que más contamina de Europa. De hecho, su objetivo es que sus emisiones no aumenten más de un 15% respecto a las emisiones de 1990, y a día de hoy emite casi un 50% más.
Si hablamos de sectores podemos decir que el que más emisiones genera es el energético (28%), seguido del industrial (24%) y del transporte (23%). No obstante, tanto los productores de energía como las industrias de mayor envergadura se encuentran sujetos a una legislación por la que deben reducir sus emisiones para alcanzar los objetivos del Protocolo de Kyoto.
El consumidor debe ser consciente de que toda actividad que realiza tiene un impacto, mayor o menor, sobre el medio que le rodeaEkopass pone al servicio de aquellas industrias, empresas e instituciones no sujetas a restricciones pero que quieren aportar algo en la lucha contra el cambio climático, un servicio para calcular las emisiones que generan. Posteriormente, la asociación establece un plan de reducción de CO2 y promueve la puesta en marcha de proyectos contra el calentamiento global que compensen sus emisiones para convertirlas en entidades neutras en carbono.
Sí. El consumidor puede conocer la cantidad de CO2 que emite al conducir su vehículo particular, al coger un vuelo durante sus vacaciones o al encender la luz de su casa. De esta manera, podrá valorar el coste ambiental de su conducta, eligiendo y exigiendo productos y servicios no contaminantes e incorporando la variable ambiental como elemento fundamental. Es importante que el consumidor sea consciente de que toda actividad que realiza tiene un impacto, mayor o menor, sobre el medio que le rodea.
El Mecanismo de Desarrollo Limpio del Protocolo de Kyoto se diseñó para reducir los costes de cumplimiento de los países desarrollados, y para beneficiar a los países en vías de desarrollo; por ejemplo, en términos de transferencia de tecnologías avanzadas respetuosas con el medio ambiente. Sí es cierto que debe haber un control tanto en la calidad (en las condiciones que deben cumplir los proyectos) como en la cantidad (en las emisiones que cada país desarrollado puede reducir mediante proyectos en esos países), ya que si los países desarrollados pudieran cumplir todas sus obligaciones de control/reducción mediante el desarrollo de proyectos en terceros países, la cantidad total de GEI aumentaría, ya que los países receptores de proyectos no tienen obligaciones de Kyoto que cumplir.
En Estados Unidos también hay estados, como el de California, que han decidido tomar medidas de lucha contra el cambio climático por su cuentaEs cierto que en el pasado ha habido cierta pasividad. Sin embargo, cada vez son más los países o grupos de países que han convertido el cambio climático en una de sus prioridades de actuación. Un ejemplo claro es la Unión Europea, que se ha erigido en el líder mundial de esta cuestión y está, por ejemplo, apostando de forma clara por instrumentos como el comercio de emisiones o un modelo energético capaz de afrontar el problema. Obviamente, en el lado contrario está el país más contaminante del mundo, Estados Unidos, cuyos responsables políticos aún no se acaban de creer las investigaciones, o al menos, no han comenzado a aplicar políticas creíbles que así lo demuestren. No obstante, en ese país también hay estados, como el de California, que han decidido tomar medidas de lucha contra el cambio climático por su cuenta.
El aumento del empleo en nuestra sociedad de combustibles fósiles durante mucho tiempo ha creado un sistema muy dependiente y una inercia difícil de corregir a corto plazo. Por otro lado, aunque algunas de las energías renovables existen desde hace tiempo, el menor precio de los combustibles fósiles las ha mantenido alejadas y su implantación se ha reducido a lugares aislados donde el suministro de combustibles fósiles apenas llegaba o era costoso. En los últimos tiempos, a causa de la amenaza de cambio climático y de las bajas reservas de petróleo, las energías renovables están cobrando fuerza como alternativa de futuro, tornándose su crecimiento irreversible. Puede que no tan rápido como quisiéramos, pero se plantean como única solución de futuro para cubrir las necesidades energéticas.
Dentro de la actividad que desarrolla Wangari yo destacaría la inserción de medidas innovadoras y transversales en la protección del medio ambiente. Su estrategia está basada en asegurar y fortalecer las bases para el desarrollo ecológico sostenible, a través de la educación, la planificación familiar, la nutrición y la lucha contra la corrupción.
Los bosques son grandes sumideros de carbono cuya desaparición está agravando el problema del calentamiento globalLos bosques son grandes sumideros de carbono cuya desaparición está agravando el problema del calentamiento global. A lo que hay que prestar atención es al tipo de reforestación que se hace. Ésta debe hacerse plantando especies autóctonas adaptadas al medio, estableciendo un plan de gestión forestal que proteja el área reforestada y, si está explotada comercialmente, que sea con criterios de sostenibilidad. Además de la fijación de CO2 que contribuye a luchar contra el cambio climático, la reforestación conlleva toda una serie de servicios ambientales que debemos valorar muy positivamente, como la prevención de la erosión y la desertificación, la conservación de la biodiversidad, o la regulación del balance hídrico.
Sí hay otras formas, pero estas herramientas económicas son las más eficientes en términos de costes. Influyen en el comportamiento de los agentes mediante el establecimiento de un coste extra, que hace que la producción o el consumo de contaminantes resulten más caros, desplazando a los instrumentos reguladores, los más utilizados durante décadas. Estos últimos inducen a la reducción de la contaminación mediante el establecimiento de normas de obligado cumplimiento o límites máximos en los niveles de contaminación. Asimismo, como tercer grupo de gran importancia, están las herramientas sociales, es decir, la sensibilización, la información o la formación, pero sus efectos sobre la conservación del medio ambiente son a largo plazo. Por último, tenemos los mecanismos voluntarios, como Ekopass. En cualquier caso, el mejor esquema para la protección del medio ambiente combina instrumentos económicos con regulaciones, herramientas sociales e instrumentos voluntarios.
El mejor esquema para la protección del medio ambiente combina instrumentos económicos con regulaciones, herramientas sociales e instrumentos voluntariosEs cierto, aunque cada vez hay más actuaciones, como los parkings disuasorios, nuevas líneas de transporte urbano o billetes únicos de transporte que están teniendo mucha aceptación entre los usuarios y están reduciendo el número de vehículos privados. Pero también es cierto que hay valores y hábitos de comportamiento muy arraigados en la sociedad que dificultan el éxito de soluciones que combinen el transporte público. De todos modos, las administraciones deben ir por delante ofertando servicios y realizando una intensa labor de concienciación.
La RSC se ha convertido en una herramienta interesante, pero sólo es una más dentro de las diferentes estrategias para acercar la industria a modelos de producción más sostenibles. El problema es que está lejos de alcanzar a las pymes, la base del tejido empresarial. Pienso que, en gran medida, esto se debe a la falta de adaptación de las herramientas de la RSC a este tipo de empresas y a que las consideraciones sobre la “triple cuenta de resultados” (económicos, ambientales y sociales) están aún lejos de empresas y consumidores, aunque es cierto que tienen cada vez más presencia en algunos ámbitos.