El estado de conservación de los espacios naturales protegidos españoles en general es satisfactorio, pero algunos han sufrido degradaciones destacables. Así lo indica Javier del Valle Melendo, profesor de la Universidad de Zaragoza. Este especialista en espacios naturales ofrece respuestas a la pérdida de visitantes a estos espacios (señalada por la guía de Eroski Consumer) y recomienda equilibrar la conservación de los valores naturales con el desarrollo de las poblaciones marginadas de su entorno. Con Del Valle se puede aprender también mucho sobre montañas y glaciares (“zonas de inmenso valor ecológico”), gestión del agua (“trivializada en exceso en ocasiones”) y clima (“se ha abusado del concepto de cambio climático”).
“Los Parques Naturales y Nacionales son un importante recurso turístico poco explotado para ofrecer al resto de ciudadanos europeos”
Esta pérdida puede responder a muchos factores, como el aumento de la oferta de otro tipo de turismo, o que cada vez más ciudadanos los han visitado y consideran que los conocen. Además, no todos los espacios naturales contabilizan el número de visitantes y no se hace de forma exhaustiva. En cualquier caso, el número sigue siendo muy alto y es un importante recurso turístico poco explotado para ofrecer al resto de ciudadanos europeos.
A finales de 2009 había casi 1.700 espacios naturales protegidos con diferentes figuras legales. Cubrían unos 6 millones de hectáreas terrestres (12% de la superficie nacional) y 250.000 marinas.
“Los espacios naturales protegidos cubren el 12% de la superficie nacional”Un país de naturaleza tan variada y con tanta diversidad de paisajes, ecosistemas, climas, ambientes naturales, etc. los necesita. La actual Ley de Patrimonio natural y de la biodiversidad así lo permite.
Es difícil hacer un diagnóstico general, pero el estado es satisfactorio, aunque con grandes diferencias. Por citar casos extremos, algún espacio natural ha sufrido degradaciones destacables directas o como consecuencia de la transformación de su entorno inmediato. Otros, como el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido han recibido menciones europeas por su buena gestión.
“Todavía no hay un Parque Nacional de zonas esteparias”Todavía no hay un Parque Nacional de zonas esteparias, uno de los ambientes naturales específicos de nuestro país y presente en zonas como Monegros o el sureste peninsular.
No deberíamos fijarnos en países de características diferentes a las nuestras, sino buscar modelos propios de conservación y gestión a la medida de nuestras propiedades como país grande, relativamente poco poblado y con enorme variedad natural. No obstante, aunque no sea un modelo aplicable a España, es muy bueno el de Estados Unidos, país donde nació la figura de Parque Nacional, aplicada por primera vez en Yellowstone.
“Se debe buscar el equilibrio entre la conservación de los valores naturales y el desarrollo de las poblaciones de su entorno”
En España, la localización de muchos espacios naturales coincide con la de zonas algo marginales desde el punto de vista socioeconómico. Por ello, se debe buscar el equilibrio entre la conservación de los valores naturales y el desarrollo de las poblaciones de su entorno.
A través del turismo rural, el apoyo a actividades tradicionales compatibles con la conservación del medio, la venta de productos de calidad ligados al territorio, etc. La clave está en buscar el equilibrio entre conservación y desarrollo socioeconómico del medio rural.
“En las zonas de montaña nacen los principales ríos de nuestro país y se localizan las mayores extensiones de bosque”Las zonas de montaña tienen un inmenso valor por muchos motivos. Suelen tener una gran variedad de paisajes acompañada de biodiversidad y geodiversidad, así como una riqueza etnográfica y cultural muy destacada. Además, en ellas nacen los principales ríos de nuestro país y se localizan las mayores extensiones de bosque. En un país con escasez de agua en algunos periodos y que ha sufrido importantes deforestaciones históricas. Conservar estas áreas es fundamental.
España solo tiene en la actualidad diez pequeños glaciares localizados en los macizos más elevados del Pirineo Aragonés. Han disminuido a lo largo del siglo XX, aunque parece que en el presente siglo están prácticamente estabilizados.
“España solo tiene en la actualidad diez pequeños glaciares, ya que han disminuido a lo largo del siglo XX”Su importancia desde el punto de vista natural es máxima, debido a su singularidad en nuestro país y porque son los glaciares situados más al sur del continente europeo. Además, tienen un alto valor científico como indicadores de la evolución del clima en alta montaña.
Es lógico en un país montañoso, pero todavía no tanto como en Francia. En ello han influido muchos factores, como los transportes fáciles, el material deportivo asequible o los programas de televisión. El montañismo y el senderismo son actividades que pueden practicarse casi a cualquier edad por amplísimos sectores de la población, siempre que se elijan las rutas y la época adecuada a la capacidad de cada uno.
“Los deportes de montaña son de impacto leve, siempre que se cumplan unas mínimas normas de comportamiento”Son deportes de impacto leve, siempre que se cumplan unas mínimas normas de comportamiento. En ocasiones se producen concentraciones excesivas de personas en determinados lugares y momentos, pero no dejan de ser puntuales. Además, pueden tener una repercusión favorable sobre las poblaciones de las zonas próximas, al revitalizar la hostelería o la venta de ciertos productos de la zona. En cualquier caso, se debe intentar repartirlas por el territorio y las estaciones del año.
La gestión del agua es muy compleja y en ocasiones se trivializa en exceso. En España el recurso hídrico no es tan escaso como a veces se piensa (estamos más o menos en la media europea en cantidad de agua por habitante), pero tiene un reparto irregular en el tiempo y el espacio. De ahí la necesidad histórica de regular los caudales de los ríos y construir embalses.
“La gestión del agua es muy compleja y en ocasiones se trivializa en exceso”Se ha hecho un enorme esfuerzo por optimizar el uso del agua, tanto en el abastecimiento a la población como en los regadíos (el uso que más agua consume con diferencia). También se ha invertido mucho en mejorar la calidad de las aguas: casi todas las ciudades y pueblos tienen en marcha depuradoras. No obstante, la gestión del agua tiene que aunar multitud de intereses, y las tensiones, en ocasiones muy fuertes, son inevitables.
Contamos con algún instrumento muy adecuado, como las confederaciones hidrográficas de los ríos. Representan a los usuarios con sus diferentes intereses y realizan una gestión con escala territorial de cuenca hidrográfica. Sin duda, es la más adecuada: la Unión Europea recomienda a los países miembros utilizar este modelo, del que España fue pionero. En cualquier caso, queda mucho por hacer y las tensiones futuras serán inevitables: el recurso hídrico es más o menos constante, pero las necesidades sociales y las presiones sobre él son cada vez mayores.
“En España el recurso hídrico no es tan escaso como a veces se piensa, pero tiene un reparto irregular”La sequía no es un problema, sino un fenómeno climático habitual en el Mediterráneo, y menos habitual, pero también posible, en el norte de España. La mejor solución, además de la regulación de los caudales mediante una red de embalses, es el ahorro de agua para los periodos de escasez. Y hay que racionalizar y limitar la demanda, no puede aumentar de forma indefinida. La educación ambiental y la implantación de sistemas de ahorro en todos los sectores ayudan a conseguirlo.
Un uso limitado a las necesidades, sin derroches, y cuidar la calidad. Evitar los vertidos de suciedad y usar el agua necesaria serían las mejores actitudes. Junto con unas políticas con los mismos objetivos por parte de la Administración redundaría en una mayor disponibilidad de agua y un mejor estado del medio fluvial.
“Se ha abusado del concepto de cambio climático y se ha exagerado con una orientación casi apocalíptica”
Se ha abusado del concepto y se ha exagerado con una orientación casi apocalíptica. Al haberse trivializado tanto, su presencia en los medios de comunicación ha disminuido.
Queda mucho por saber sobre el clima pasado y presente, y es muy difícil establecer predicciones fiables. Ante tantas incertidumbres, lo mejor es la prudencia: eliminar la interpretación apocalíptica y desarrollar políticas de disminución de gases de efecto invernadero para limitar al máximo la posible influencia del ser humano en el clima.