El cambio climático es el gran desafío mundial del siglo XXI en materia de salud, como destacan la revista The Lancet y numerosos estudios internacionales de la Organización Mundial de la Salud (OMS) o de distintos gobiernos e instituciones. Así lo recuerda Jesús de la Osa, autor del informe ‘Cambio climático y salud‘, del Observatorio de Salud y Medio Ambiente DKV Seguros Ecodes. Según este experto, el cambio climático está dañando ya nuestra salud, amplificando problemas ya existentes y generando nuevas amenazas que pueden revertir muchos logros en salud pública alcanzados en los últimos 50 años. Por ello, explica De la Osa, hacer frente al cambio climático en clave de salud no solo contribuye de forma más efectiva a reducir las emisiones de CO2, sino también a mejorar la calidad de vida de las personas y los ecosistemas.
El cambio climático provoca el incremento de fenómenos meteorológicos extremos, como olas de calor, inundaciones y sequías; cambios en los ecosistemas que derivan en la expansión de enfermedades infecciosas, como el paludismo o el dengue; inseguridad alimentaria y malnutrición derivada; mala calidad del aire; empeoramiento de la disponibilidad y calidad de agua; migraciones; e incremento de la pobreza y la desigualdad, sobre todo en los más vulnerables, es decir, niños, mujeres, migrantes, ancianos, pobres y personas con enfermedades previas.
La OMS calculó en 2014 que entre 2030 y 2050 el cambio climático causará unas 250.000 defunciones adicionales cada año, debido a la malnutrición, el paludismo, la diarrea y el estrés calórico (olas de calor y temperaturas extremas). Los efectos serán muy superiores si se considera todo el abanico de impactos en salud.
“El cambio climático es el gran desafío mundial del siglo XXI en materia de salud”Sí, parece que batimos un récord tras otro, como muestran los datos de la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica) o la NASA (Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio). El cambio climático es inequívoco (hay una notable evidencia científica), inusual (ocurre con una intensidad y rapidez que no se ha dado en otros cambios climáticos sin intervención humana), antrópico (originado por las actividades humanas) e inquietante (por sus gravísimas consecuencias). Las evidencias son claras ya hace tiempo. Ahora toca actuar.
Nos enfrentamos a un mundo más cálido, no solo en temperaturas medias globales, sino también a través de olas de calor más frecuentes e intensas. Entre 2001 y 2009 se produjeron en España 13.000 muertes ocasionadas por olas de calor. El incremento de otros fenómenos como sequías, inundaciones y tormentas puede provocar enfermedad y muerte a través de diversos mecanismos directos e indirectos.
“España es muy vulnerable a los efectos del cambio climático”España, como todo el arco mediterráneo, es muy vulnerable a los efectos del cambio climático. Afortunadamente, nuestro sistema de salud es capaz de absorber muchos impactos, pero debe prepararse y adaptarse.
Como decía hace poco Joaquín Araujo, es el primer peldaño de una escalera de muchos peldaños. Si en nuestro planeta no debemos emitir más de 2 toneladas de CO2 por habitante y año, en España emitimos en torno a 7 y en Estados Unidos 17. El esfuerzo de reducción es hercúleo, pero imprescindible.
Son las dos caras de una misma moneda. Por una parte, porque las fuentes del principal gas de efecto invernadero, el CO2, coinciden en muchas ocasiones con las de los principales contaminantes atmosféricos, consecuencia de la quema de combustibles fósiles. Y por otra, porque las condiciones que crea el cambio climático incrementan los niveles de algunos contaminantes. También las alergias se ven favorecidas.
“El 95% de los españoles respira un aire de mala calidad según los valores límite de la OMS”Ha habido notables mejoras, pero queda camino por recorrer. A nivel global, hoy en día es el cuarto factor de riesgo de muerte en el mundo. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), en nuestro país más del 33% de la población respira un aire que incumple los estándares legales. Esa cifra se eleva al 95%, si consideramos los más estrictos valores límite de la OMS. Esto ocasiona más de 33.000 muertes prematuras anuales, 16 veces más que los accidentes de tráfico. Además, supone un coste económico de 38.000 millones de euros, un 2,8% del PIB.
Se ve influida, pero hay otras causas también complejas, como el movimiento global de personas y mercancías. En cuanto al mosquito tigre no ha habido ningún caso de transmisión autóctona, todos son importados. Pero no hay que bajar la guardia.
El problema del hambre es tremendamente complejo y responde en gran medida a cuestiones políticas, de pobreza y de distribución de recursos y alimentos. Pero los efectos negativos del cambio climático golpean siempre a los más pobres. Un estudio publicado en The Lancet concluía que puede reducir la producción de alimentos y aumentar la malnutrición, ocasionando más de 500.000 muertes extras previstas para 2050 en el planeta en comparación con un futuro sin cambio climático. Algunos estudios de distintos organismos cifran entre 200 y 250 millones los refugiados climáticos para dicho año.
La apuesta por las energías renovables, el ahorro y la eficiencia energética, el incremento de los desplazamientos urbanos a pie, en bici y en transporte colectivo no contaminante, la reducción del consumo, la disminución de la huella de carbono en todo el ciclo alimenticio o la creación de un nuevo modelo económico más verde son algunos ejemplos. En la publicación incluimos 76 acciones directas y fáciles para empezar ya.
“Los efectos negativos del cambio climático golpean siempre a los más pobres”Actuar frente al cambio climático podría ser la mayor oportunidad del siglo XXI en salud mundial, podría prevenir muchas enfermedades y muertes. La acción desde la salud pública puede ser más poderosa que otros enfoques. Tiene el potencial de unirnos a todos tras una causa común: nuestra salud y nuestro bienestar. Estos conceptos, más tangibles y esenciales que las toneladas de CO2 en la atmósfera, son comprendidos y reconocidos en todas las poblaciones, como recogía The Lancet a finales de 2015. Muchas medidas tienen además importantes beneficios colaterales que mejoran la salud, como potenciar el transporte a pie o en bicicleta, cambiar a una dieta con menos proteínas animales o potenciar al máximo las energías renovables, ya que inciden en la calidad del aire y la salud cardiovascular, el sobrepeso, la obesidad, la diabetes, el cáncer, la salud mental, la reducción de accidentes de tráfico, de las enfermedades respiratorias y cardiocirculatorias, etc.
Un estudio de 2016 en el Reino Unido concluía que sus servicios de salud no están preparados y que solo una minoría tiene planes de adaptación. Al igual que han luchado en diferentes momentos históricos contra otras amenazas para la salud como el tabaco, el VIH o la polio, incluso enfrentándose a poderosos intereses, deben hacer frente hoy y en el futuro al cambio climático.
