Los alimentos ecológicos son hasta cuatro veces más caros y no hay ninguna evidencia científica de que sean mejores para la salud o el medio ambiente, según José Miguel Mulet. Este Doctor en química y profesor de la Universidad Politécnica de Valencia ha publicado el libro “Los productos naturales ¡vaya timo!”. Mulet recuerda que las alertas sanitarias en producción ecológica son mayores, aunque reconoce que en porcentajes bajos, y que la normativa que se aplica a estos productos permite en ocasiones prácticas incluso perjudiciales para el medio ambiente.
“Hay miles de estudios que demuestran que las propiedades de ambos tipos de alimentos son similares”Hay miles de estudios. Los más completos se publicaron en 2009 y 2010. Se revisaron todos los estudios comparativos entre alimentos convencionales y de producción ecológica de los últimos 50 años. Se buscaron diferencias en calidad nutricional o efectos sobre la salud. La conclusión fue que en general las propiedades eran similares. También muchas prácticas autorizadas en agricultura ecológica suponen un mayor nivel de emisiones de dióxido de carbono (CO2) o de otros gases de efecto invernadero, como metano u óxido nitroso. En cuanto al precio, puede llegar a ser tres o cuatro veces más alto. En tiempos de crisis, no creo que aporten nada a la sociedad. La comida, como cualquier otro producto de primera necesidad, debe ser segura y barata. Todo el mundo merece tener acceso a la alimentación.
La coletilla del ¡vaya timo! es el título genérico de la colección. El libro pretende aclarar la información que circula sobre “lo natural”, muy sesgada por motivos ideológicos y con muy poca base científica. La palabra natural solo hace referencia al origen, no indica que sea mejor o peor. La E. coli es una bacteria muy natural y mire el lío que ha causado en Alemania. Aunque dedico los primeros capítulos a alimentación, hablo de más temas, como medicina y farmacia natural, incluso de productos naturales para el hogar y energía verde (o no).
“La normativa europea tiene poco de científico y mucho de ideológico”La E. coli es una bacteria fecal y la agricultura ecológica utiliza fertilizantes naturales, que son ricos en esta bacteria y ocasionan problemas de vez en cuando. No obstante, señalar a los productores españoles ha sido una precipitación irresponsable de las autoridades alemanas.
“Señalar a los productores españoles ha sido una precipitación irresponsable de las autoridades alemanas”En principio, estos productos están sujetos a la misma legislación sanitaria que los convencionales. Pero a efectos prácticos la producción ecológica es un acto administrativo. La normativa ecológica no se mete en cuestiones de sanidad, seguridad alimentaria o calidad nutricional. Si se cumple el reglamento de agricultura ecológica, la agencia certificadora da el sello. Es como la ITV del coche.
Muchas veces la producción-distribución se realiza por pequeños productores, cooperativistas o particulares, de manera que dificulta la realización de inspecciones.
“La normativa ecológica no se mete en cuestiones de sanidad, seguridad alimentaria o calidad nutricional”En proporción, las alertas sanitarias en producción ecológica son mayores que en otros tipos de producción. Aún así, hablamos de porcentajes bajos. Decir que los consumidores de agricultura ecológica corren peligro me parece exagerado.
La agricultura ecológica apela a nuestras emociones, no a nuestra razón. Todos queremos proteger el medio ambiente. La cuestión es cómo. A veces, las normativas de los países presentan severas discrepancias y contradicciones entre ellas. La Unión Europea (UE) tiene una, mientras en Estados Unidos coexisten cinco. La normativa europea se basa en que todo lo que se aplique en un cultivo sea de origen natural. Tiene poco de científico y mucho de ideológico. Las propiedades de cualquier material dependen de su composición, no de su origen. No soy contrario a la conservación del medio ambiente, sino a las normas que no sirven para ese fin.
“El tipo de pequeña producción-distribución ecológica dificulta la realización de inspecciones”En la naturaleza todo es química. La agricultura ecológica también utiliza fertilizantes o plaguicidas. El problema es que la base de su autorización lleva a aberraciones como la utilización de sales de cobre como fungicida, que son muy contaminantes para el suelo y los acuíferos, sin olvidar el impacto ambiental de la minería de cobre. También hay insecticidas como el Espinosad, con poquísima especificidad y fatal para las abejas. Las prácticas ecológicas no siempre son respetuosas con el entorno. Hay insecticidas o fertilizantes de síntesis mucho más específicos y menos agresivos para el medio ambiente, pero no los utilizan por “artificiales”. Además, al emplear técnicas que no ofrecen la mejor producción, necesitan más suelo agrícola para alimentar a todo el mundo y este se tiene que quitar al bosque o a la selva. Resulta una producción que tiene poco de ecológica.
Cambiar el espíritu de la normativa. Debería poner énfasis en el nivel de emisiones o en el impacto ambiental de las prácticas, y autorizar solo las que aportaran certeza de que su impacto es menor. Otra objeción es el injustificado veto a los transgénicos, cuando su efectividad está más que demostrada y gracias a ellos se ahorran toneladas de insecticidas y herbicidas. Aunque hay excepciones a esta norma. Australia autoriza etiquetar como ecológico algodón transgénico. No autorizar el cultivo del algodón transgénico en Europa ha supuesto pasar de exportadores a importadores. Más del 50% del algodón utilizado en España es transgénico (desde la ropa a las compresas, o los billetes de euro). Posiblemente, las camisetas que llevan impreso el mensaje “No quiero transgénicos” están hechas con algodón transgénico.
“Decir que los consumidores de agricultura ecológica corren peligro me parece exagerado”Lo más respetuoso para el medio ambiente es consumir productos con un proceso de producción optimizado, de forma que sus emisiones y su impacto sean el menor posible.
Tiene un problema de fondo. Si no se adapta a la normativa de producción ecológica, no se puede vender como ecológico, aunque su producción sea respetuosa con el medio ambiente. Cada vez más la industria se adapta a la normativa medioambiental y las inspecciones son más estrictas. Hace 50 años había auténticas salvajadas. Hoy en día, la mayoría de estas prácticas están erradicadas. La agricultura convencional producida en la UE, en general, es muy respetuosa con el medio ambiente. Otra historia son las importaciones de terceros países que utilizan fitosanitarios prohibidos en Europa. La UE debería ser menos permisiva por la seguridad de los consumidores y por los agricultores europeos que cumplen la normativa y sufren competencia desleal.
“Posiblemente, las camisetas con el mensaje ‘No quiero transgénicos’ están hechas con algodón transgénico”Que consuman lo que más les guste y mejor se ajuste a sus bolsillos. Hoy por hoy, el certificado de producción ecológica no garantiza que sea mejor para el medio ambiente, ni más sano, ni que esté más bueno. Y sobre todo, que intente consumir productos producidos en la UE. Han superado un control de calidad y de impacto ambiental muy riguroso y, además, evita emisiones por el transporte.
José Miguel Mulet (Denia, 1973), Doctor en química (especialidad bioquímica y biología molecular) por la Universidad de Valencia. Profesor titular de la Universidad Politécnica de Valencia (departamento de biotecnología) e investigador en el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas, donde dirige una línea que estudia cómo toleran las plantas el frío y la sequía y cómo se relaciona con los mecanismos que regulan el crecimiento. Acaba de publicar un libro titulado “Los productos naturales ¡vaya timo!” (Ed. Laetoli), donde habla de todos los mitos y falsedades que rodean al mercado de “lo natural”. Escribe un blog con el mismo título, que recoge temas sobre alimentación, biotecnología y ciencia en general.