Los expertos lo dejan claro: la conciencia ambiental se desarrolla de niño. Si de pequeños interiorizamos buenas prácticas y recuerdos asociados al medio ambiente, de mayores será más fácil concienciarse por su cuidado. Los juegos, las actividades lúdicas, divertidas, pueden ser una buena forma de lograrlo. Este artículo ofrece diversos juegos e ideas para aprender a cuidar el medio ambiente.
Transformar hábitos ecológicos en juegos
Todo puede resultar aburrido o divertido según se enfoque. Hábitos ecológicos como reciclar o ir en transporte público pueden convertirse en juegos para que sean más atractivos para los pequeños de la casa. En el caso del reciclaje, se puede organizar una competición para ver quién lleva primero los residuos al contenedor o quién es capaz de saberse los colores de los contenedores, qué van dentro de cada uno, etc. Ir en autobús o en tren puede convertirse en una divertida aventura que nos llevará de un lugar a otro y en el que podemos fijarnos en aspectos destacados del recorrido, etc.
Llevarse los juegos clásicos a la naturaleza
La idea consiste en asociar diversión con medio ambiente, y los juegos de toda la vida son un clásico que siempre funciona en todas las generaciones. Trasladarse a un espacio natural para jugar al veo veo, al corre que te pillo, al escondite, a la cuerda, al balón, etc., además de hacer pasar un buen rato a sus practicantes, hará que ese recuerdo del lugar en el que se produjo nos haga más conscientes de la necesidad de cuidarlo para volver a él en más ocasiones.
Hacer un poco el «salvaje»
Los niños necesitan un poco de «salvajismo» diario, según una experta
La psicóloga y filósofa Heike Freire, autora del libro ‘Educar en verde’, defiende que los niños necesitan un poco de «salvajismo» diario (mancharse las manos con barro o subirse a un árbol), y apela a los padres para que apoyen la tendencia innata de sus hijos por lo natural, incluso al lado de casa: oír los pájaros, ver las flores, investigar, observar. «Los niños y la naturaleza se necesitan mutuamente», asegura Freire.
Identificarse con la naturaleza
Durante las primeras etapas de la vida ponemos a prueba nuestros sentidos. La identificación de sonidos, colores, olores, formas, etc., asociadas a la naturaleza nos refuerza nuestra identificación con el medio ambiente, y nos amplía nuestros conocimientos del entorno. En este sentido, se pueden improvisar juegos para identificarse con la naturaleza, como imitar el sonido de animales o de fenómenos meteorológicos, el aleteo de las aves con los brazos, observar las huellas de los animales en el suelo, las ondas del agua, buscar formas en las nubes, aprender a contar con elementos naturales, hacer rimas sobre medio ambiente, etc.
Apuntarse a programas lúdicos ambientales
Los centros de educación ambiental, las instituciones locales, las ONG ambientales, etc., organizan diversos programas lúdicos relacionados con la naturaleza y el medio ambiente. Así, WWF ofrece su Club Panda para que los más pequeños de la casa se esfuercen en conservar nuestro planeta. Lo mejor es acercarse a uno de estas organizaciones y preguntar o solicitar nuevas actividades relacionadas con el cuidado y el disfrute del entorno.
Organizar una yincana ecológica
Las yincanas son juegos en los que se deben superar una serie de pruebas de competición y habilidad. Los participantes se divierten, ponen a prueba su capacidad de superación y pueden aprender en función de las actividades que se realicen. Organizar una yincana con enfoque ambiental puede ser una buena idea para que los niños se conciencien por el cuidado de su entorno. Así lo puso en práctica la Asociación Partycipa, que preparó una y en la que sus concursantes se lo pasaron bien, como lo muestran en un video.
Montar talleres prácticos ambientales
Una de las mejores formas de aprender es hacer cosas por uno mismo. Los talleres de actividades prácticas para menores pueden ser muy variados en su relación con el medio ambiente: hacer cajas para reciclar los residuos domésticos, reutilizar objetos usados para hacer manualidades ecológicas, fabricar casas de cartón y tetrabriks, montar huertos escolares, pintura al aire libre, etc.
Aprovechar la atracción de las nuevas tecnologías
Los juegos tecnológicos, aplicaciones, etc., utilizados de forma responsable, son un buen recurso educativo. En este sentido, se pueden encontrar diversos videojuegos que tienen como objetivo divertir a la vez que sensibilizar por algún aspecto ambiental, como el reciclaje, la energía, el clima, el agua, etc.