La agricultura intensiva que uniformiza el territorio español en pro de un mayor rendimiento puede acabar con la supervivencia de las aves esteparias en nuestro país. «La política agraria común ha sido muy agresiva para las aves y en especial para las esteparias, cuyas perspectivas de futuro resultan poco halagüeñas», señala Eduardo de Juana, presidente de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife), entidad que acaba de presentar el «Atlas de las aves reproductoras de España».
Avutardas, sisones o alcaravanes ven seriamente amenazada su reproducción por la transformación de su hábitat, producto de la intensificación agraria que conlleva una reducción del barbecho y el incremento del regadío. Estos cambios suponen la pérdida de cobertura vegetal para nidificar y escasez de insectos para alimentar a los polluelos. Otros problemas relacionados con la actividad agraria son el sobrepastoreo de algunas zonas y la destrucción de nidos y polladas durante la siega del cereal. Además, estas aves también sufren el efecto de predadores como cuervos o perros asilvestrados, sin olvidar el elevado número que mueren en las carreteras al colisionar con vehículos.
Este acusado declive es una de las conclusiones extraídas del que constituye hoy en día el más completo inventario de aves de nuestro país. No obstante, y frente al retroceso observado en las áreas agrarias y urbanas, en las zonas forestales y húmedas las poblaciones de aves se mantienen estables y registran tendencias al alza.
Existen en España 337 especies reproductoras, de las que 288 son nativas, algunas de reproducción muy ocasional o sólo posible y 49 son introducidas. No obstante, de las 288 especies nativas, sólo 266 pueden considerarse reproductoras habituales, aunque algunas con poblaciones muy pequeñas. De las 49 especies introducidas (voluntaria o accidentalmente) sólo seis se reproducen de forma regular en nuestro territorio, creando poblaciones reproductoras estables y autosostenibles.
El Atlas pasa revista a una de las avifaunas más ricas del Paleártico occidental, ya que en España crían siete especies endémicas -cinco de ellas en Canarias- como la Paloma turqué, el Pinzón azul o el Mosquitero canario. Contamos con otras siete especies globalmente amenazadas, como la Pardela balear, la Cerceta pardilla, el Águila imperial o la Avutarda común. También en nuestros ecosistemas sobreviven ocho especies amenazadas a nivel mundial, como el Buitre negro, la Gaviota de Audouin, el Sisón común o la Tarabilla canaria.
Asimismo, contamos con la mayor población mundial de 16 especies, como son el Estornino negro, la Perdiz roja, el Chotacabras cuellirojo o la Curruca rabilarga. Además, nueve especies propias de la avifauna norteafricana se reproducen en territorios de Ceuta y Melilla o Canarias, como el Camachuelo trompetero o el Bulbul naranjero, que ha constado por primera vez como ave reproductora en España gracias a la inclusión en el Atlas de los territorios de Ceuta y Melilla.
Algunas aves han registrado un importante avance respecto a situaciones anteriores y se expanden tanto en territorio como población. Este aumento resulta espectacular en casos como la Garza real, con 6.000 parejas frente a las 2.000 registradas con anterioridad; el Buitre leonado (18.000 frente a 8.000) o la Gaviota patiamarilla (100.000 frente a 65.000). Otras especies han visto decrecer su población o sus áreas de distribución. Este es el caso del Águila-azor perdicera (actualmente existen de 650 a 713 parejas), el Sisón común (entre 50.000 y 100.000 machos reproductores), la Curruca sarda (unas 18.000 parejas) o el Arao común, cuyo número se ha reducido a 10 parejas reproductoras a causa de la catástrofe del «Prestige».
Las cinco especies más comunes en España son el gorrión, el mirlo, el jilguero, la golondrina y el verdecillo. Por contra, escasean la Gaviota picofina, la Espátula común, el flamenco y el Ánade rabuco. No obstante, los expertos han observado que comienza a producirse una importante pérdida de las especies hasta ahora más comunes, como el gorrión, la golondrina o la alondra. El estudio también ha aportado alguna que otra sorpresa a los ornitólogos, como el desplome de la grajilla en Cataluña, la ausencia de parejas reproductoras del Mosquitero musical o la confirmación de cría de la Pardela mediterránea.
El área montañosa de transición geográfica y climática entre lo eurosiberiano y lo mediterráneo, cuenta con la mayor riqueza de especies; la zona termomediterránea meridional y balear, de influencia costera, es la región con mayor heterogeneidad avifaunística; y el área montano-alpina eurosiberiana del norte de España es la que presenta mayor cantidad de especies con requerimientos ambientales. Más del 50% de las especies están presentes en todas las regiones ornitológicas, y más del 78% se encuentran en seis o más regiones. Por el contrario, el número de especies más características de cada región es bajo, 35%.
Tras el estudio, las zonas que mayor número de especies concentran son el norte de la provincia de Burgos, Vitoria y Logroño, seguidas de Cantabria, País Vasco, La Rioja, Aragón, Castilla y León, Castilla-La Mancha y algunas zonas de Barcelona. En el otro extremo se sitúan Ibiza y Cabrera, así como Galicia, Extremadura, el área de Tarragona, Comunidad Valenciana, Murcia y gran parte de Andalucía.