Bajo el manto de hielo de la Antártida existen lagos, como el Vostok, el séptimo mayor del mundo y una de las últimas zonas por explorar del planeta. Hasta ahora se pensaba que estos lagos subglaciales estaban relativamente aislados y tenían una larga existencia. Sin embargo, un estudio del Colegio Universitario de Londres y de la Universidad de Bristol (Reino Unido) revela que podrían estar conectados entre sí mediante un sistema de túneles bajo el hielo, formando auténticos ríos secretos en el continente helado.
Según detallan los investigadores en el último número de la revista «Nature», estas masas de agua podrían rellenarse de forma regular en respuesta a acumulaciones de la presión de agua. Así, algunos flujos podrían incluso llevar el líquido elemento hacia la costa de la Antártida, permitiendo a los lagos descargar en el mar.
Gracias a observaciones de satélite, los investigadores comprobaron que bajo la capa helada de la Antártida la superficie de hielo tenía elevaciones en dos lagos subglaciales y disminuciones en otro a 290 kilómetros de distancia. Los científicos creen que estas diferencias pueden deberse a la existencia de una corriente de unos 1,8 kilómetros cúbicos de agua durante un periodo de 16 meses bajo los cuatro kilómetros de grosor de la capa de hielo.
Este hallazgo, además de obligar a replantear algunos planes para perforar estos lagos, pues su conexión pondría en riesgo de contaminación a toda la red de lagos subglaciales, echa por tierra la idea de que esas masas de agua dulce habían permanecido selladas durante millones de años, albergando, por tanto, especies únicas que se desarrollaron en él. Por eso, eran considerados como «cápsulas del tiempo», que datan del periodo en que el continente empezó a helarse.
Hasta la fecha, los científicos han descubierto más de 150 lagos subglaciales, aunque sospechan que pueden existir miles. El mayor es el Vostok, que fue descubierto en 1996 por científicos rusos y británicos. Siempre se ha creído que su agua es muy antigua, con un tiempo de residencia medio del orden de un millón de años, y se han encontrado evidencias de la existencia de bacterias en la capa de hielo a 3.600 metros de profundidad.