Los niveles de la hormona sexual testosterona influyen en la llamativa coloración del plumaje y la piel de las aves, según el descubrimiento de un equipo científico. La investigación, publicada esta semana en la revista «Proceeedings of the National Academy of Sciences» (PNAS), ha sido dirigida por el español Julio Blas, de la Universidad canadiense de Saskatchewan, acompañado de Lorenzo Pérez-Rodríguez, Gary R. Bortolotti y Tracy Marchant.
Unos niveles elevados de testosterona aumentan la disponibilidad de ciertos compuestos responsables de las coloraciones rojas, anaranjadas y amarillas presentes tanto en el plumaje como en la piel (picos, patas y zonas desnudas), según explicó el investigador Julio Blas. Las llamativas coloraciones del plumaje y la piel dependen de la presencia de carotenoides, que son pigmentaciones de color intenso, señaló el científico. Por otra parte, la producción de testosterona y el uso cosmético u ornamental de los carotenoides tienen costes asociados, como un menor rendimiento del sistema inmune.
Los científicos investigaron el vínculo entre la testosterona y los carotenoides para comprender si «los costes y beneficios» de las diferentes señales sexuales se interrelacionan. Así, y durante la estación de emparejamiento, los investigadores hallaron que las aves con niveles más altos de testosterona también poseían niveles más altos de carotenoides. Además, los carotenoides no sólo produjeron ornamentos de coloración más intensa, sino que también mitigaron los efectos negativos que sobre el sistema inmune ejerce la testosterona.
Los carotenoides pueden compensar los costes de la producción de testosterona reforzando el sistema inmune, según sugiere este equipo científico. Asimismo, pueden permitir que sólo aquellos individuos de mayor calidad usen el exceso de carotenoides para señalizar su estatus a posibles parejas o competidores, desarrollando una coloración más intensa.