Diversos informes científicos internacionales señalan la progresiva recuperación de la capa de ozono, vital para el medio ambiente y la salud de los seres humanos y gran cantidad de especies. La adopción de los acuerdos y regulaciones para evitar las sustancias que la destruyen está dando sus frutos. No obstante, los expertos recuerdan los desafíos que quedan todavía por hacer frente. Este artículo aborda la recuperación de la capa de ozono, los desafíos en su protección y por qué hay que cuidarla.
Recuperación de la capa de ozono
La capa de ozono está regresando a sus niveles de 1980. Esta buena noticia la daba hace poco el informe «Evaluación científica del agotamiento del ozono de 2014«. Elaborado por 282 científicos internacionales para varias instituciones como la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la Agencia Espacial Estadounidense (NASA) o la Comisión Europea (CE), el trabajo da una visión actualizada del estado de la capa de ozono a nivel global tras la aprobación del Protocolo de Montreal. Este tratado internacional prohibió desde 1989 el consumo y fabricación de las sustancias que la reducían y fue complementado, en 1991, con la «Enmienda de Londres».
La capa de ozono está regresando a sus niveles de 1980, según los científicosLa eliminación gradual de dichos productos también ha beneficiado a la lucha contra el cambio climático, porque muchos de ellos son potentes gases de efecto invernadero, recuerda el trabajo. En 1987, año en el que se comenzó a debatir el Protocolo, dichas sustancias produjeron unas 10 gigatoneladas de emisiones de dióxido de carbono equivalente. En la actualidad, esas emisiones han disminuido más de un 90%.
El informe asegura que, sin dicho Protocolo, las sustancias que disminuyen el ozono se multiplicarían por diez en 2050. En otro documento reciente, esta vez de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), se apunta que dichos productos se han sustituido con éxito en la mayoría de los lugares del mundo desde 1989, con un control de más de 200 productos.
En general, el comercio y uso de las sustancias con alto poder destructor de dicha capa se está reduciendo a medida que se reemplazan de forma gradual por otras menos nocivas, según el informe de la institución europea. En la Unión Europea (UE) estas sustancias se regulan por un Reglamento más estricto que el Protocolo de Montreal. Según Jorge Olcina, climatólogo de la Universidad de Alicante, es «un ejemplo de acuerdo internacional que se ha cumplido y cuyo beneficio ambiental ya da sus primeros resultados, a diferencia del Protocolo de Kioto, establecido en 1997 para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, que, desafortunadamente, pocos países cumplen y algunos -los más emisores- no han firmado».
Desafíos en la protección de la capa de ozono
A pesar de las buenas noticias, conviene no bajar la guardia y continuar los esfuerzos. Olcina explica que la recuperación de la capa de ozono es lenta: «Hasta la década de los sesenta del presente siglo no se podrá hablar de una recuperación de los niveles de 1980. Aunque ya no se emitan más holocarburos, permanecen entre 50 y 100 años en la atmósfera. Nos quedan aún varias décadas de escuchar el desarrollo de este «agujero» -en realidad adelgazamiento- en la capa de la ozonosfera (dentro de la estratosfera) sobre la Antártida durante la primavera austral (entre septiembre y diciembre)».
Por otra parte, la prohibición de las sustancias químicas que disminuían la capa de ozono conllevó su sustitución por otras que, como los gases fluorados (gases-F), son potentes gases de efecto invernadero. Por ello, la UE ha aprobado limitar de forma escalonada las emisiones de gases-F a la atmósfera desde el territorio comunitario.
Por qué hay que cuidar la capa de ozono
El ozono es un gas que a 25 kilómetros de altura, en la estratosfera, filtra la radiación ultravioleta del sol. El ozono es destruido por gases que contienen nitrógeno, hidrógeno y cloro, ya sean de formación natural o creados por el ser humano. Entre estos últimos se incluyen más de 100 productos como los CFC, HCFC, halones, bromuro de metilo, tetracloruro de carbono o metilcloroformo. Uno de los más conocidos y utilizados, los CFC (inventados casi por casualidad en 1928), comenzaron a emplearse en los refrigeradores, y años después en productos tan diversos como aerosoles de uso cotidiano (desodorantes, lacas, etc.), o vasos y recipientes desechables.
La reducción de la capa de ozono conlleva que la radiación ultravioleta llegue a la Tierra con mayor facilidad, con diversos efectos negativos en el medio ambiente y la salud:
- Aumento de cánceres y reducción de la respuesta inmunológica. Naciones Unidas estima que la pérdida anual de un 10% de ozono durante varias décadas supone un aumento de casos de cáncer de piel en cerca de 250.000 por año. Otro efecto de la luz ultravioleta es que deja más indefenso al cuerpo ante posibles enfermedades. El informe de la OMM, el PNUMA y la NASA, entre otros, concluye que la aprobación del Protocolo de Montreal habrá evitado dos millones de casos de cáncer de piel al año hasta 2030, daños oculares y del sistema inmunológico, y habrá contribuido a conservar la fauna y la agricultura.
- Daño a los ecosistemas. El fitoplancton, base de la cadena alimenticia marina, disminuye. Para algunas especies animales, un aumento de radiación conlleva también la formación de cáncer de piel, y para muchas plantas puede implicar daños y estar más expuestas a enfermedades, lo que podría suponer una pérdida de biodiversidad y especies.
El «agujero» de la capa de ozono fue uno de los temas de actualidad más candentes del momento. En realidad consiste en un adelgazamiento en la capa que tiene lugar en determinadas épocas del año y, de forma más significativa, en la Antártida. La NASA ofrece una página web en la que se puede seguir su evolución.