La contaminación se come sin pausa la Gran Barrera de Coral, una estructura de arrecifes e islas de Australia. Así lo advierte un estudio de la Autoridad Marina de Australia dado a conocer el viernes pasado por el ministro australiano de Medio Ambiente, David Kemp. Según este informe, la contaminación, la pesca y el aumento de la temperatura del agua están mermando la salud de los 2.600 arrecifes que forman esta barrera coralina de 2.000 kilómetros de longitud, la más grande del mundo, paralela a la costa oriental del Estado de Queensland.
El aumento de la temperatura del mar ha provocado los peores episodios de blanqueamiento de coral en los últimos cinco años. Los nutrientes y sedimentos que entran en su sistema provocan cambios, especialmente en los arrecifes más cercanos a tierra.
La acción de las estrellas de mar «coronas de espinas» también está contribuyendo a la devastación de la Gran Barrera de Coral. Cuando son adultas, estos equinodermos pueden alcanzar los 80 centímetros de diámetro y comer cada día su equivalente en coral duro. Además, sus numerosos brazos (pueden tener hasta 21) les permiten desplazarse ágilmente para encontrar nuevos arrecifes para devorar.
La fauna también se ve afectada, particularmente las tortugas y los «dugongs» (vacas marinas). El número de tortugas ha caído entre un 50 y un 80% en los últimos 40 años, mientras que el de vacas marinas frente a la costa de Queensland sólo representa un 3% del que existía en 1960. Este animal, que se dice dio origen a la leyenda de las sirenas, se encuentra en la lista roja de especies amenazadas y podría desaparecer en un cuarto de siglo si no se fortalecen las iniciativas de conservación, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
La experta en «dugongs», Helene Marsh, explica que los aborígenes del Estrecho de Torres cazan anualmente un millar de ellos, aunque las actuales poblaciones sólo pueden aceptar una caza anual de 154. Por su parte, ecologistas como la bióloga estadounidense Sylvia Earle han pedido la creación de áreas vedadas a la navegación y la pesca.
Recalentamiento de las aguas
En realidad, el principal causante del deterioro de los arrecifes de coral es el recalentamiento de las aguas. «El principal factor subyacente de todo este proceso es el cambio climático. Cuando la temperatura del agua sube por encima de cierto grado, los corales reaccionan volviéndose blancos, expulsando las algas que les dan color y los alimentan. Y si esa temperatura alta persiste, el coral se debilita hasta morir», comenta Thomas Goreau, portavoz del PNUMA y presidente de la organización para la defensa de los corales Global Coral Reef Alliance (GCRA).
En los años 80, los científicos comenzaron a observar que los corales se blanqueaban, pero fue en 1998, año considerado el más cálido del siglo, cuando el fenómeno se acentuó aún más. Afirman que durante al menos cinco meses de ese año, mares y océanos registraron temperaturas más altas de lo normal, lo que dañó considerablemente los arrecifes que rodean a las Seychelles, Isla Mauricio, las Maldivas y Sri Lanka. Lo mismo parece estar ocurriendo en gran parte del Pacífico Sur, incluyendo Tahití, las islas Cook, Nueva Caledonia y Fidji.
En general, la situación actual de los bosques submarinos de coral es alarmante: en los últimos 40 años más de la cuarta parte han sido destruidos por la actividad humana. A este ritmo, los expertos vaticinan que nuestra generación será testigo de la desaparición de por lo menos el 57% de esas formaciones.
Pese al desalentador panorama, Australia, al igual que Estados Unidos, sigue sin firmar el Protocolo de Kioto. En este sentido, la oposición laborista ha aprovechado la presentación de dicho informe para exigir al Gobierno australiano que firme este tratado contra el cambio climático y la emisión de gases causantes del efecto invernadero, que contribuye al aumento global de la temperatura en la Tierra.