Los efectos de la contaminación que producen las gasolineras, que podría tener efectos nocivos para la salud, se perciben desde los edificios que están a menos de 100 metros de estas estaciones de servicio, de acuerdo a un trabajo que han llevado a cabo investigadores de la Universidad de Murcia (UM). El estudio, que se publica en «Journal of Environmental Management», demuestra que el aire de las gasolineras y de sus inmediaciones está sobre todo afectado por las emisiones procedentes de la evaporación de los combustibles de automoción (sin quemar, derivadas de las operaciones de carga y descarga, repostaje y fugas liquidas).
«En las gasolineras se registran niveles de algunos compuestos orgánicos en el aire -como el benceno que incrementa el riesgo de padecer cáncer-, superiores a los medidos en localizaciones urbanas donde la principal fuente de emisión es el tráfico», señala Marta Doval, coautora del estudio e investigadora en la UM. El equipo de investigadores midió las concentraciones de contaminantes típicos del tráfico en diferentes zonas del casco urbano de Murcia y calculó los cocientes de concentraciones de un compuesto aromático (benceno) y un hidrocarburo (n-hexano) en tres gasolineras murcianas (cerca de los surtidores y en las proximidades) para determinar la distancia a la que las estaciones de servicio dejarían de tener influencia.
«En los tres casos estudiados se han obtenido distancias de influencia máxima próximas a 100 metros, aunque la media de distancias a la que ya afecta la contaminación es de cerca de 50 metros», recalca Enrique González, investigador de la UM que ha dirigido el equipo. Sin embargo, las distancias dependen del número de surtidores, del volumen de expedición de combustibles, de la intensidad del tráfico, de la estructura del entorno y de las condiciones meteorológicas. Cuanto más contaminada está la zona que circunda a la gasolinera por causas ajenas a ésta (tráfico), menor será la influencia de los dos contaminantes en la estación de servicio, apunta González. Si la zona que rodea a la gasolinera tiene un tráfico muy intenso, y supera las emisiones de la misma, la contaminación de la estación de servicio queda «solapada e inadvertida» a distancias cortas, señala.
Esta investigación demuestra que debería respetarse una distancia «mínima» de 50 metros para viviendas y de 100 metros para actividades «especialmente vulnerables», como hospitales, centros de salud, colegios o centros de la tercera edad. «Lo ideal sería respetar la distancia de 100 metros a la hora de planificar la construcción de viviendas», manifiesta Doval. Los investigadores proponen aplicar el estudio a áreas de nueva construcción donde se pretenden ubicar este tipo de instalaciones. Pero las gasolineras no son la única fuente de emisión de los contaminantes. «De poco sirve proteger a la población de las gasolineras si no se controlan o reducen otras fuentes de emisión, sobre todo el tráfico y las industrias próximas a núcleos de población», concluye González.