La extinción de las especies es un proceso natural, la evolución no puede entenderse sin la aparición de unas especies y la desaparición de otras. De hecho, sólo entre un 2% y un 4% de las especies que alguna vez han vivido en la Tierra se cree que sobreviven hoy en día. El resto se extinguieron.
Se estima que la primera contribución significativa de la Humanidad al ritmo global de extinción pudo haber ocurrido con la desaparición de los grandes mamíferos terrestres, el problema ahora está en que este ritmo no deja de acelerarse. Los expertos consideran que la pérdida de especies se está dando a un ritmo entre 100 y 1.000 veces superior a la tasa de referencia o natural. Sólo en los últimos 500 años la actividad humana ha forzado la desaparición de 844 especies, aunque esta cifra se considera alejada de la realidad, pues hay algunas que desaparecen sin haber sido descubiertas.
La última Lista Roja de Especies Amenazadas cifra en 15.589 las especies de flora y fauna que están en peligro. Uno de cada cuatro mamíferos y una de cada ocho aves padecen también un alto riesgo de extinción en un futuro cercano. Lo mismo ocurre con una de cada tres especies de anfibios y casi la mitad de especies de tortugas marinas y de agua dulce.
La última Evaluación Mundial de Especies muestra que, generalmente, los seres vivos amenazados se concentran en zonas de alta densidad poblacional, especialmente en gran parte de Asia y África. Por tanto, el gran reto es compatibilizar las presiones que el ser humano ejerce con la protección de la diversidad biológica.