Entre ocho y diez oseznos nacidos en 2006 habrían muerto en los montes cantábricos a causa de la desnutrición provocada por la ausencia de alimento en los muladares, según el Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (FAPAS).
«La aplicación de una estricta normativa europea que obliga a la retirada en el medio natural de los cadáveres de los animales domésticos», en parte derogada ya por el decreto aprobado hace unas semanas por el Consejo de Ministros, «ha originado una crisis de recursos alimenticios que no solamente afecta al oso pardo, sino también a otras especies, como lobos y buitres», señala FAPAS, que cuantifica ese déficit en unos 210.300 kilos de carne.
El Fondo prevé presentar ante la Comisión Europea, el próximo día 3 de julio, un estudio que demuestra el impacto negativo que la retirada de cadáveres de ganado doméstico está teniendo sobre la población de oso pardo en Asturias.
Los datos de FAPAS han sido replicados por la Fundación Oso Pardo. «En nuestro seguimiento poblacional no hay evidencias de que la inexistencia de muladares haya producido esa tasa de mortalidad de oseznos», señala Guillermo Palomero, presidente de la Fundación.
Palomero reconoce que sí han muerto oseznos, «pero no por desnutrición. Es más, esta primavera hemos constatado la presencia de madres y crías muy fuertes, y eso es porque han tenido una excelente alimentación en la otoñada. Luego, es absolutamente normal que se registren pérdidas de individuos jóvenes a consecuencia de ataques infanticidas, desprendimientos o lazos».
El presidente de la Fundación Oso Pardo recuerda que el año pasado fue récord, con 15 familias nuevas en la zona occidental y otras tres en la oriental. «En total, estamos hablando de unos 130 osos en el Cantábrico, de entre 15 y 20 en el Pirineo, y también de una presencia estable, casi permanente, en Cantabria».