La Comisión Europea alertó la semana pasada sobre la erosión creciente de las costas a causa de la actividad humana, en las conclusiones de un estudio realizado durante tres años en el litoral de la UE de los 25. Según Bruselas, el 20% del litoral comunitario se ve «gravemente afectado» por este fenómeno, que se traduce en una regresión de la línea de costa de entre medio metro y dos metros al año, llegando en casos dramáticos incluso a los quince metros. El impacto de la erosión no afecta sólo al medio ambiente, sino que pone en peligro también a la propia actividad humana, desde viviendas hasta pueblos enteros (70 millones de europeos viven a menos de cien metros de la costa), industrias, vías de comunicación y el atractivo turístico de las zonas más severamente afectadas.
Las causas de esta degradación van desde la propia construcción de infraestructuras que detienen o modifican el depósito de sedimentos que llegan al mar a través de ríos y torrentes, hasta la extracción masiva de arena en algunas zonas para la construcción. A estas actuaciones humanas se suma el aumento constatado del nivel del mar, por efecto del recalentamiento de la atmósfera, y el aumento de las tormentas e inundaciones, según se desprende del estudio, que fue realizado por iniciativa del Parlamento Europeo y fue debatido el pasado martes en una conferencia de expertos en Bruselas.
La comisaria europea de Medio Ambiente, Margot Wallström, instó a los gobiernos, las regiones y los municipios a «preservar las costas de una forma más eficaz de lo que se ha venido haciendo», a fin de detener la erosión. Y adelantó que «en el futuro, las consecuencias en términos de erosión de los proyectos de desarrollo a lo largo de los ríos y de las costas deberán ser estudiadas de un modo más profundo».
En lo que a España se refiere, la Comisión concluye que existe una degradación significativa que afecta al 11,5% del litoral nacional, con un grado «elevado» de erosión en playas de Andalucía, Cataluña, la Comunidad Valenciana, las Islas Baleares y Cantabria. El fenómeno es «moderado» en Galicia, Asturias, País Vasco y Murcia.
Las peores notas son para los países que acaban de ingresar en la UE y que durante mucho tiempo han sufrido la carencia de una legislación más estricta sobre el agua, la protección de los hábitats, las costas, o las actividades industriales e inmobiliarias. Es el caso de Polonia, donde más de la mitad de su costa (55%) está seriamente erosionada, o de Chipre, con el 37,8% de su costa degradada.
La erosión altera asimismo las barreras naturales contra el mar, como son los sistemas de dunas, y las barreras construidas por los hombres, pudiendo provocar graves inundaciones. La Comisión estima que cada año desaparecen 100 millones de toneladas de arena que antes llegaban a la costa y que bien son utilizadas por el sector de la construcción, o bien quedan atrapadas en obras públicas o presas.
Soluciones técnicas
El estudio critica lo que denomina «soluciones técnicas radicales» a la erosión, adoptadas «demasiado a menudo» por ciudades costeras y que consisten en la construcción de diques y otras estructuras de protección. «Si bien éstas permiten atenuar localmente la erosión, tienen tendencia a impedir el desplazamiento natural de la arena y a provocar la erosión de otras costas más lejos en el litoral», advierte, aportando un dato bastante revelador: el 63% de las zonas afectadas por la erosión en la UE -que suman 875 kilómetros- se encuentra a una distancia de menos de 30 kilómetros de áreas deterioradas por obras y construcciones recientes. Los expertos consideran que es mucho más útil reforzar la protección contra el mar con técnicas más ecológicas, empezando con la aportación de arena a playas y sistemas de dunas.
Para ello, la Comisión Europea propone realizar un catálogo de las «reservas estratégicas de sedimentos» que podrían ser utilizadas para compensar su carencia sin comprometer el equilibrio natural.