La erosión y la construcción son las principales amenazas que deberá afrontar el Mar Mediterráneo en los próximos años, afirmó ayer el príncipe Alberto de Mónaco como presidente de la Comisión Internacional para la Exploración Científica del Mediterráneo (CIESM). El heredero del Principado de Mónaco presidió la sesión inaugural de la 37 reunión de la CIESM, que se celebra en el marco del Fórum Universal de las Culturas de Barcelona y en la que participan 700 científicos.
Tras señalar los riesgos que acechan al Mediterráneo, Alberto de Mónaco se mostró optimista respecto a la regeneración de las áreas más degradadas del Mare Nostrum y a la conservación de los ecosistemas marinos. «No quiero creer en un Mediterráneo degradado por el progreso», afirmó, antes de abogar por un avance en la solución de muchos de los problemas ecológicos que amenazan a este entorno, como los virus marinos.
Alberto de Mónaco se refirió también al «choque absurdo de religiones», a las guerras civiles y a la intolerancia que se ha vivido desde los orígenes de la Humanidad en torno al Mediterráneo, y comparó esta situación a la Barcelona actual, «una ciudad abierta, de paz y tolerante». Sin embargo, recalcó que dentro de la CIESM, una organización integrada por 23 países, existe una «colaboración perfecta» entre los 500 institutos y los más de 2.500 científicos que forman parte de su red de investigación.
El príncipe monegasco citó a la Comisión como ejemplo «de lo que deberían ser las cosas si todos pudiéramos trabajar juntos», aunque después subrayó el carácter independiente, apolítico y aconfesional de la entidad, dedicada a la promoción de la ciencia marina y las poblaciones costeras del Mediterráneo.
La CIESM, según Alberto de Mónaco, pretende ampliar sus Estados miembros, no sólo de la cuenca mediterránea, sino también del Mar Negro y de otras riberas, como la atlántica, que se escenifica con la reciente incorporación de Portugal.