Los consumidores pueden reducir su consumo energético sin mermar su calidad de vida, lo que se traduce en un menor gasto económico y una importante reducción del impacto ambiental. Así lo creen los responsables de la Sociedad 2.000 vatios, que han diseñado diversas medidas para lograr a mediados de siglo que todos los habitantes del planeta puedan vivir con la cantidad de energía por año que da lugar a su nombre. Suiza ya se beneficia de este proyecto, que depende de que toda la sociedad asuma las ventajas de ser más eficientes en el consumo de energía.
Las medias estadísticas dicen que si una persona tiene dos coches y otra ninguno, las dos tendrán uno. Algo similar sucede con el consumo energético mundial por persona. La media lo sitúa en 2.000 vatios al año, pero el contraste entre países es muy marcado. No es lo mismo vivir en Estados Unidos, donde cada persona consume de media al año 12.000 vatios, que en Europa, donde dicho consumo se reduce a la mitad. Un lujo en ambos casos, teniendo en cuenta que por ejemplo, un ciudadano de Bangladesh no utiliza más de 260 vatios anuales.
En Estados Unidos una persona consume de media al año 12.000 vatios, en Bangladesh no se utiliza más de 260Estas grandes diferencias suponen para el futuro un grave problema de insostenibilidad. Además de que el consumo energético mundial se ha disparado en las últimas décadas, los países pobres aspiran a conseguir el mismo nivel de desarrollo que los más industrializados, para lo que pretenden aumentar su consumo energético. Pero como la eficiencia energética de los países en vías de desarrollo es muy baja, necesitarán aun más energía que las primeras potencias. En definitiva, el enorme aumento en el uso de los recursos naturales sería inviable y conllevaría unos efectos catastróficos para el medio ambiente.
Sin embargo, para mejorar la calidad de vida no hace falta incrementar sin más el gasto de energía, sino más bien utilizarla de forma eficiente. De hecho, hay países con un alto consumo energético pero un índice de desarrollo humano relativamente bajo.
Con esta premisa, un grupo de investigadores del Instituto Tecnológico Federal Suizo de Zurich (ETH en sus siglas alemanas) constituía en 1998 el proyecto «Sociedad 2.000 vatios». Como su nombre indica, su objetivo es lograr que el consumo energético mundial sea realmente igualitario, de manera que cada habitante del mundo disponga de 2.000 vatios de energía al año. Para lograr esta idea, garantizando el desarrollo sostenible de toda la humanidad sin menoscabo de la calidad de vida, los responsables del proyecto plasmaron una serie de medidas en el informe «Pasos hacia una sociedad de 2.000 vatios».
El estudio asegura que hoy día la eficiencia energética se puede mejorar en gran medida detectando y eliminando las pérdidas de energía, aprovechando mejor los productos y aumentando la eficiencia de los materiales. Asimismo, el informe señala la necesidad de controlar todo el proceso productivo, desde la generación hasta el consumo, y generalizarlo a toda la sociedad, tanto de manera colectiva como individual. En este sentido, los consumidores son parte fundamental de esta iniciativa, al poder tomar decisiones capaces de reducir su gasto energético, ahorrando de paso importantes cantidades de dinero. Por ejemplo, los expertos del ETH aseguran que las viviendas podrían reducir la energía destinada a calefacción en un 80% si se instalasen los actuales sistemas de aislamiento.
Predicar con el ejemplo
Una vivienda convencional requiere 1.400 vatios por persona, mientras que otra construida con el estándar suizo «Minergie-P» necesita sólo de 350 a 550Para llevar a la práctica estas ideas, el ETH creaba el instituto Novatlantis, con el apoyo de instituciones suizas y varias empresas. En 2001 se ponía en marcha un proyecto piloto en Basilea. La elección no fue casual: este cantón suizo se caracteriza por la alta concienciación medioambiental de sus ciudadanos, por ser la sede de multinacionales como Novartis y Roche, que se han involucrado en el proyecto, y por su ubicación estratégica, que puede servir de ejemplo al resto de ciudades europeas.
Los responsables del proyecto trabajan en diversos planes de innovación sostenible, que implican el aumento de la eficiencia energética, la sustitución de fuentes de energía fósiles por otras renovables, o la implantación del concepto «Utilizar en vez de tener», que pretende implantar prácticas como la de compartir coche.
Imagen: neil hoskinsLos ejemplos de iniciativas son muy diversas: el «Novartis Campus del Conocimiento» enseña los cambios estructurales necesarios en una vivienda para reducir significativamente el gasto en calefacción; el «Espacio Experimental de Movilidad» indica diversas medidas para lograr un transporte sostenible, como por ejemplo un proyecto para el desarrollo de los vehículos de hidrógeno o híbridos con sistema eléctrico y gas natural; en el área de «Suministros de Energía» se investiga en el campo de las energías renovables, con varios proyectos innovadores, como la obtención de metano a partir de la madera para ser utilizado como combustible para automóviles; etc.
Asimismo, las instituciones han puesto en marcha desde 2008 un programa de rehabilitación de edificios antiguos: el estudio de su estado energético es financiado y la posterior reforma se realiza mediante créditos de bajo interés.
Las ventajas de llevar a cabo esta idea se están extendiendo al resto de Suiza: la ciudad de Zurich aprobó en un referéndum la implantación de las medidas de la Sociedad 2.000 vatios, y Ginebra declaraba su interés también en 2008.
Los responsables de la Sociedad 2.000 vatios proponen el año 2050 para conseguir su objetivo. El presidente del ETH, Alexander J. B. Zehnder, afirma que los estudios piloto han demostrado la viabilidad del proyecto. Como ejemplo, señala que una vivienda convencional requiere 1.400 vatios por persona, mientras que otra construida con el estándar suizo “Minergie-P” necesita sólo de 350 a 550 vatios por persona.
Sin embargo, no todo el mundo piensa igual. Estudios recientes del Instituto Paul Scherrer, financiado por el Gobierno suizo y que también toma parte en la iniciativa, se muestran bastante más cautos: sus estimaciones más optimistas retrasan a finales de siglo el logro de su objetivo, considerando que a mediados de siglo el consumo se podría reducir hasta los 3.500 vatios. Incluso algunos investigadores del ETH han reconocido que se trata de un reto muy complicado, si bien creen que en definitiva se trata de un estímulo para que se asuman medidas en esa positiva dirección.
Por otra parte, algunos expertos sostienen que lograr el objetivo a mediados de siglo tal vez sea posible en un país como Suiza, pero para el resto del mundo los parámetros son tan exigentes que en la práctica no son realistas. El caso más paradigmático sería Estados Unidos, que tendría que dividir por seis su actual consumo energético, lo que requeriría incluso medidas más radicales.
Frente a estas afirmaciones, los defensores de una sociedad de 2.000 vatios responden que si los ciudadanos se convencen de que reducir su consumo de energía beneficiará no sólo al medio ambiente, sino también a su vida cotidiana, el objetivo es posible. Además, recuerdan que si se cumplen las negativas consecuencias del calentamiento global, causado principalmente por el gran consumo de energía no renovable, el cambio hacia una sociedad de 2.000 vatios no sólo será posible, sino necesario.