Sequías, lluvias intensas, inundaciones, temperaturas anómalas, huracanes… Son algunos de los efectos extremos de La Niña, un fenómeno climático cíclico causado por la interacción entre la superficie del océano y la atmósfera en la zona tropical del Pacífico. Los científicos ya han alertado de que en la actualidad se encuentra en pleno auge y de que sus consecuencias se notarán en buena parte de 2008.
Imagen: Gabriel FernandesAunque La Niña afecta al clima global, los países ubicados entre la vertiente oriental del continente americano hasta el otro extremo del Pacífico suelen ser los que más notan sus consecuencias. Los expertos han pronosticado para los países del Caribe centroamericano más lluvias de lo normal, mientras que en la zona norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador) se esperan temperaturas más bajas y unos meses secos. En países más al sur, como Chile, se estiman unos meses de diciembre y enero muy calurosos, que podrían incluso superar máximos históricos.
Por su parte, la Administración Nacional de Oceanografía y Atmósfera (NOAA) de Estados Unidos afirmaba que este año el número de huracanes en el Atlántico aumentaría debido a La Niña.
En Estados Unidos, además, este fenómeno suele volver más secos los veranos de la parte suroeste, más húmedos los otoños de la zona del Pacífico noroccidental, más calurosos los inviernos del sureste, y más fríos los del noroeste.
En cuanto al efecto que puede causar el cambio climático en este fenómeno, los científicos todavía requieren más investigacionesNo obstante, los científicos también han subrayado que La Niña en esta ocasión se está portando de manera rara. Por ejemplo, en Australia, las precipitaciones y el ambiente húmedo han sido sustituidos por una gran sequía. En África Oriental, las lluvias están siendo más abundantes de lo que debieran. Tras estas anomalías, los expertos creen que podría estar otro fenómeno menor con el que se solapa, denominado «Dipolo del Océano Índico» (DOI).
En este sentido, la Niña es un fenómeno complejo que no se comporta de manera matemática. No obstante, investigaciones realizadas durante los últimos años han permitido conocer mejor sus características y vigilar sus movimientos.
Por ejemplo, se sabe que el fenómeno se divide en cuatro fases, con duraciones variables de nueve meses a tres años, y que suele manifestarse con regularidad cada cierto tiempo, con diferencias que pueden oscilar entre tres y siete años. También se le conocen distintas intensidades, que se clasifican en débil, moderada y fuerte. De esta manera, cuanto menor es su duración, mayor suele ser su intensidad. Asimismo, su mayor impacto se observa durante los seis primeros meses.
En cuanto al efecto que puede causar el cambio climático en este fenómeno, los científicos todavía requieren más investigaciones para determinar si provocará un mayor número o si aumentará su intensidad.
En cualquier caso, el impacto económico y ecológico que pueden causar los episodios meteorológicos extremos provocados por La Niña puede llegar a ser muy importante. Por ello, los científicos reclaman mayores medios para poder estudiar y predecir lo antes posible este fenómeno. Por ejemplo, el Programa Mundial de Investigación Climática de la Organización Mundial de Meteorología (OMM) monitorea el Océano Pacífico Tropical mediante diversos sistemas de boyas, mareógrafos, termógrafos y satélites.
Sin embargo, a pesar de los avances científicos, La Niña no permite realizar pronósticos con suficiente antelación. No obstante, las instituciones meteorológicas se encuentran pendientes de las evoluciones de este fenómeno y aconsejan, tanto a los ciudadanos que vivan en las zonas bajo la influencia de La Niña como a los que vayan a desplazarse allí, que estén atentos a los pronósticos del tiempo.
La Niña también es conocida como “El Viejo” o “Anti-Niño”, por su oposición a otro fenómeno contrario con el que suele alternarse: El Niño. Así, La Niña se caracteriza por una bajada de la temperatura de la superficie del mar, lo que suele provocar en general un tiempo más seco y fresco de lo normal. Por su parte, El Niño se relaciona con una temperatura alta del agua que conduce a un ambiente más húmedo y lluvioso. No obstante, estas condiciones varían también según las zonas del planeta. Por ejemplo, en diversas partes de Australia e Indonesia, El Niño suele provocar épocas de sequía, mientras que La Niña suele conducir a un ambiente más húmedo de lo normal.
Imagen: OquendoAsimismo, los episodios El Niño y La Niña forman parte a su vez de un ciclo conocido como “El Niño Oscilación del Sur” (ENSO), con periodos medios de duración de cuatro años. No obstante, también se cuenta con registros históricos en los que los periodos han variado entre 2 y 7 años.
Por otra parte, cuando El Niño finaliza, no le sigue siempre La Niña, aunque suele ser lo habitual. En este sentido, El Niño suele producirse en más ocasiones que La Niña. Por ejemplo, según datos de la NOAA, el período 1950-1998 ha registrado doce fenómenos El Niño por nueve eventos de La Niña. El año pasado, El Niño contribuyó a la peor temporada de huracanes del Pacífico-Este en 14 años, con 18 tormentas y diez huracanes.