La ola de calor que ha afectado a Europa durante las últimas semanas ha sido considerada de forma generalizada como una consecuencia directa del calentamiento global del planeta. Los científicos no están seguros sobre este extremo, pero la principal conclusión consensuada es que este grave episodio extremo ha puesto en evidencia los deficientes modelos climáticos disponibles hoy en día a escala regional.
Estos modelos, que manejan millones de datos sobre parámetros físicos de los océanos y la atmósfera, han mostrado utilidad cuando se trata de predecir fenómenos a escala mundial, pero la compleja ecuación del clima se vuelve enrevesadamente intrincada si lo que se pretende es aventurar o captar cambios en el clima a nivel regional.
Esta semana, en la revista «Nature», prestigiosos científicos han subrayado la palpable carencia de modelos suficientemente precisos para predecir fenómenos extremos, como la ola de calor que ha asfixiado a Europa durante el mes de agosto. Algunos investigadores señalan como problema añadido la existencia de grandes lagunas en el conocimiento de los procesos atmosféricos que generan episodios climáticos acusados.
Hervé Le Treut, director del laboratorio de Meteorología Dinámica de la Escuela Superior de París, precisa que la presencia prolongada de un anticiclón de altas presiones -la principal característica de la reciente ola de calor- es habitual en Europa, pero puntualiza que los científicos saben muy poco sobre los factores que controlan la intensidad de esos anticiclones y los mantienen estancados durante largo tiempo sobre el continente.
Por su parte, Tim Osborn, experto británico en clima de la Universidad East Anglia, añade que debido a la imprecisión de los modelos regionales resulta muy difícil poder vincular, sin lugar a dudas, la ola de calor con el calentamiento global del planeta.
En último lugar, los investigadores consultados matizan que la predicción del clima europeo es especialmente complicada. Se sabe, por ejemplo, que la corriente oceánica de «El Niño» tiene una incidencia decisiva en el clima de Estados Unidos, mientras que la influencia de la corriente del Golfo en el clima europeo es mucho más difícil de demostrar.